Nicolás Maduro tiene un ministro de Economía en la sombras; Alfredo Serrano Mancilla, español y cercano a Podemos de Pablo Iglesias. Este economista insiste en el modelo económico del socialismo del siglo XXI, a pesar de las colas, la escasez y la inflación que azotan a Venezuela.
Según cuenta el diario El Nacional, Serrano Mancilla es economista marxista, radical y deliberante. Sin embargo, su formación tiene grandes vacíos, pues no conoce lo que en el mundo académico se llama literatura heterodoxa. Por tanto, sus contrastes en el debate “gozan más de una pasión vehemente que de argumentos profundos”, como lo recuerda un colega que lo conoció durante su estancia en una prestigiosa institución de educación superior en Ecuador.
Este andaluz forma parte del grupo de economistas, politólogos y abogados marxistas de universidades españolas que vieron en América Latina un nicho para imponer sus ideas aferrándose a la llamada revolución de Hugo Chávez. Una primera oleada de estos asesores estuvo integrada por Roberto Viciano Pastor, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias y Luis Alegre, cuenta el periódico venezolano.
Serrano, a quien Maduro llama “Jesucristo”, escribe sus sesudas elucubraciones sobre economía dejando ver que integra el núcleo de asesores del gobierno venezolano y en un artículo publicado en distintos portales reconoce desde el título “El ajuste que queremos (en Venezuela)”, su función al lado de Maduro.
“La palabra ajuste está exageradamente tergiversada. El neoliberalismo se la apropió para ajustar el cinturón a la mayoría social. El sacrificio para los de siempre. Sin embargo, cuando se habla de ajuste para los que más ganan, entonces, el neoliberalismo mira para otro lado”, comienza diciendo el asesor del chavismo.
Serrano Mancilla, escribe pensando, quizás, que el mundo no se da cuenta de lo que realmente ocurre en Venezuela y la crisis por la que atraviesa por culpa de la intolerancia del régimen. Solo así puede entenderse lo que trata de explicar sobre el mínimo aumento de salarios que es tragado por la incipiente inflación, aunque reconoce que “No es la solución a todos los problemas, pero sí ayuda a que el trabajador no se quede por afuera en medio de esta emergencia económica”.
Más adelante señala Serrano que se debe buscar cómo reactivar la economía por la vía de fomentar la demanda interna. “¿De qué sirve mejorar la capacidad productiva si no hay quien compre los productos”, pregunta el asesor económico.
Parece que para Serrano Mancilla la falta de comida, artículos de primera necesidad y de medicinas, son solo una exageración de la gente, que termina gastando más de los que puede cruzando desesperados la frontera con Colombia, en busca de los alimentos básicos para poder vivir.
Tal vez crea que los venezolanos viajan kilómetros tras kilómetros por deporte. No compran en Venezuela simplemente porque esos alimentos de la canasta básica no los hay.
Contrariamente a lo que piensa el asesor, hay demanda, la gente debe comer y tener medicinas a su alcance.
Este Serrano no puede mentir como lo hace, las cifras de Econométrica muestran que la capacidad de compra de un salario mínimo integral de julio de 2016 es casi un tercio del que tenía en julio de 2007: ha experimentado una caída del 75% en 9 años, señala Henkel García, director de la firma.
La reducción del poder adquisitivo ha incrementado la situación de hambre. Que la anemia registre un aumento desde el 3% (promedio) al 9% en las zonas urbanas y 27% en las áreas rurales es un problema muy grave, en particular para niños y jóvenes.
Una familia de 5 miembros debe contar con 18 salarios mínimos para comprar una canasta básica de alimentos, lo cual refleja que el país atraviesa una situación que vulnera el derecho a la alimentación.
Comments are closed.