Los políticos se niegan a hablar bien, insisten con el ‘todos y todas’ o ‘ciudadanos y ciudadanas’

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La Real Academia Española, en defensa del buen uso del idioma (Foto RAE)
La Real Academia Española, en defensa del buen uso del idioma (Foto RAE)
Los políticos, en muchos casos, creen que van a aumentar su caudal de votantes con esa fórmula que ellos suponen “inclusiva” y que utilizan en sus inflamados discursos proselitistas: “¡Buenos días a todos y a todas!”, entre otros disparates lingüísticos productos de la inventiva personal de cada candidato.
En Argentina teníamos a doña Cristina Kirchner que en cada acto, impostando la voz como si estuviera declamando en un acto escolar, iniciaba sus discursos a la nación: “¡Argentinos y Argentinas; sepan que es intención de este gobierno respetar los derechos de todos y todas”, explicaba la exmandataria, entre otras barbaridades por el estilo.
No se puede olvidar que cada tanto, en medio de sus discursos en cadena nacional, la expresidente, no dejaba de mencionar a los “ciudadanos y ciudadanas”.
En España, durante la reciente campaña electoral, Alberto Garzón de Izquierda Unida, comenzaba algún spot publicitario saludando así: “Hola a todos y a todas”. Por su parte Pablo Iglesias en una carta a sus militantes escribió: “En un momento histórico crucial para el futuro de nuestro país, ponen de nuevo a prueba nuestra madurez y tratan de sembrar cizaña. Por eso es crucial que todos y todas estemos a la altura y no hagamos el juego a nuestros adversarios” o en otro discurso dijo que desde su formación, siempre van a estar dispuestos a dialogar “con todos y todas, a pesar de las diferencias”.
Ada Colau también deja su impronta: “Hoy empieza una fase nueva en que más que pensar en la candidatura he de pensar en Barcelona y en que soy alcaldesa de todos y todas”.
Podríamos seguir dando ejemplos pero es importante leer lo que opina un director de la RAE.
José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española (RAE), respondía en 2012 en una entrevista publicada en el Faro de Vigo lo sigueiente:
–La polémica sobre el masculino genérico, eso de decir ciudadanos y ciudadanas, alumnos y alumnas, ¿le divierte o le ofende?
–En la RAE le aseguro que no lo tomamos como un divertimento, sino con toda seriedad. Desde un punto de vista lingüístico, la cuestión no admite la más mínima duda. Cada lengua se organiza de manera distinta, y tratar de cambiar esa organización puede dar lugar a resultados dramáticos.
–¿Hablar por sistema de ´ciudadanos y ciudadanas´ es una necedad?
–Yo no diría eso, pero a veces tenemos una visión muy pobre del género como estructura gramatical. Aquí no es femenino contra masculino; es que el genérico forma parte de esa organización de la que le hablo. Hay lenguas donde lo genérico es femenino. Pues, muy bien. Tratar de romper esas normas es una falta de respeto, pero yo no quiero calificarlo de necedad; es más bien una moda que se ha generalizado entre políticos y profesores.
–¿Profesores?
–Sí, incluso entre los de Lengua. Se da mucho en la profesión eso de asociación de padres y madres de alumnos y alumnas. Y sobre los políticos, qué quiere que le diga, da igual que sean de derechas o de izquierdas. Deben pensar que si no evitan el genérico pecan contra la igualdad, pero estoy seguro de que no emplean ese lenguaje cuando hablan en su casa.
–La lengua como arma política.
–Un error, las lenguas no son armas de destrucción masiva. Las lenguas conviven muy pacíficamente.

El mal ejemplo cunde en otros idiomas, la mandataria suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, en sus mensajes por TV a la población comenzaba diciendo “brasileros y brasileras”.
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