Alterada emocionalmente y con claros signos de poco discernimiento y escasa intelectualidad, se pudo ver a una mujer con rasgos de barrabrava que vociferaba y gritaba mientras el grupo de ultras K, que parecen creer poco en los valores democráticos, portaban carteles impresos en contra de Mauricio Macri. Todo debidamente orquestado para empañar un acto de la democracia.
La legisladora habla de los pobres que presuntamente el nuevo gobierno no respeta y defendió a los “ñoquis” del gobierno kirchnerista, esos empleados K, privilegiados, que cobraban sueldo pero no iban a trabajar y que el nuevo gobierno despidió.
Pero en el colmo, Mayra Mendoza, defiende al indefendible exvicepresidente kirchnerista, Amado Boudou, procesado penalmente por la Justicia por varios delitos económicos. Sin ninguna vergüenza, la diputada dijo sobre los ilícitos comprobados de Boudou: “Nunca quiso hacerle daño al proyecto”, del kirchnerismo.
No es todo; su expareja, José Ottavis, otro dirigente K, está en el ojo de algunas investigaciones por las dudas sobre la declaración jurada patrimonial, en especial por los viajes que compartió con Mayra Mendoza a Buzios y París entre 2009 y 2010. En la capital parisina, él le regaló a la diputada Mendoza una joya Swarovski por su cumpleaños. En ese entonces, aseguraba no tener propiedades y sólo ahorros esporádicos.
Mayra Mendoza, demostró su fundamentalismo, cuando juró en el cargo de diputada no lo hizo por la patria y los Santos Evangelios, lo hizo por Néstor, Cristina y “los empoderados”. Vergüenza ajena.
Este martes, Mayra Mendoza buscó sus 15 minutos de fama, no por una acción honorable, fue al Congreso de la nación para actuar como kirchnerista, utilizando el arma de los prepotentes, la intolerancia. Otra cosa no sabe.
R.C. Gómez