En su afán por trascender a cualquier precio, los titiriteros presentaron en carnaval para”todo público”, una obra denigrante, con escenas de sexo aberrante, insultos y muertes que terminaron escandalizando incluso a la izquierdista alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena que calificó la pieza de “deleznable”.
Los “rebeldes de siempre”, Pablo Iglesias, Ada Colau, entre otros salieron a defender lo indefendible pidiendo la libertad de los dos actores que en realidad estaban atentando contra los niños que fueron a ver la pieza de los antisistema.
Los dos manipuladores son tan responsables como el ayuntamiento de no anunciar antes de la función que lo que iban a ver no era para niños. Primó el ego artístico y el comercial en los presuntos actores y no me refiero al cartel que mencionaba a ETA.
Ninguno de ellos en su totalitarismo, se detuvo al menos un instante, a pensar en el daño que se provocaba a los menores. Todo demasiado político y oportunista. Lo lógico era que alguno de los dos “manipuladores”, se acercara a los padres allí presentes con sus hijos y les advirtieran sobre lo que iban a ver, pero no lo hicieron.
El magistrado recuerda que la libertad de expresión no puede ofrecer cobertura al denominado ‘discurso del odio’, que supone una incitación directa a la violencia, y advierte de que las escenas que los titiriteros representaron públicamente “constituyen a priori un modo de fomentar, promover o incitar al odio, hostilidad o violencia contra un determinado grupo de personas”.
Entonces recibirles como héroes a la salida de la cárcel, es tan impresentable como la obra que representaron