Realidad que golpea (Por José L. Rondán)

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José Luis Rondán
José Luis Rondán
Por momentos me asalta el temor de ser igual, de que por efecto del constante, del permanente efecto de la socialización, de la vida política de que formamos parte, comience un día, casi sin darme cuenta, a parecerme a esos tipos tan publicitados, a los que por poseer el título de líderes, jefes, directores, gobernantes, se les brindan constantemente las oportunidades para encaramarse en sendos podios de cartón, para pregonar sus mentirosas verdades, efímeras, vacías, huecas, haciendo por dirigir a las pobres masas confundidas, atontadas y tantas veces errantes, a las cuales subliman cada cuatro o cinco años para que les renueven bajo el fragor de las consignas cien veces repetidas, sus opulentos contratos de trabajo.
Cada día al despertarme, no solo agradezco el hecho de la vida, de amanecer a un nuevo día, sino que agradezco fervientemente el no estar alineado a esa troupe de aprovechados que han pasado su vida entera al amparo de una vida de privilegios, emitiendo opiniones, dando consejos y repartiendo directivas, pero sin comprometerse mucho, sin arriesgar casi nada, aduciendo que son hombres de Partido. ¿Recuerdan aquel refrán que dice, que entre bueyes no hay cornadas?
La caridad bien entendida comienza por la casa, y a este respecto debo traer al presente aquel desconcierto, cuando años atrás el pueblo, tras dos plebiscitos expresó su voluntad de mantener la ley de la caducidad de la pretensión punitiva del Estado, pero no por complicidad sino por paz y necesidad de mirar adelante, y el Parlamento más tarde, con 50 votos en 90 presentes, torció esa decisión y un alto mandatario expresó a este respecto, que no siempre las mayorías tienen la razón, y será por ello que ahora propician con sus mayorías, habilitar el voto consular, y reformar la Constitución de la República, cuando la gente, la que no siempre tiene la razón, ya les dijo que no; pero todo es cuestión de juntar votitos…
En nuestro país estamos siendo testigos por estos días, de qué manera altos jerarcas de esos a los que me refería al principio de la nota, los del podio de cartón y auto bombo, se arrancan los ojos tirándose el fardo de las culpas por la pérdida de miles de dólares por mala gestión o ilicitud en la empresa ANCAP (Administración Nacional de Cemento, Alcoholes y Portland), denostando al grupo investigador y cubriéndose entre ellos por ser hombres de Partido; expresando el mercader de humo, que las descoordinaciones entre los organismos del Estado, eran decisiones de gobierno, por ello permitió invertir en cualquier cosa, asumiendo su desgobierno como si de un cambalache se tratara, desoyendo a los profesionales que le estaban alertando de lo que se venía, aunque con ello perdiera la cantidad de divisas que se perdieron, dejando a este nuevo Gobierno, entre esa, otras herencias asquerosas con las que debe lidiar, y procurando no perder la compostura de hombres de Partido.
Podemos en este sentido seguir durante muchas páginas más, hablando de los dimes y diretes que llevan de alguna manera, cual quintas columnas, casi invisibles termitas, a socavar los cimientos de la Democracia, y aunque se digan habitantes de las mismas tiendas políticas, hombres de Partido, no escatiman en atacar, ensuciar y herir por cualquier medio a sus aliados políticos. ¿Qué no estarán dispuestos a hacer con sus enemigos? Bueno, bástenos ir a la historia de los años sesenta y veremos de lo que sí son capaces.
Cruzando el río grande como mar fuimos testigos hace algunas semanas de la fantochada de la dama de plástico, quien con aire de reina destronada pretendió deslucir y malograr una ceremonia por demás legítima, llamando desde su podio de cartón, casi a la rebelión por no haber sido premiada con la victoria en las elecciones de su país, por lo que debió marcharse, ya casi convertida en calabaza, no como una estadista, sino como una rapoza que huye por la puerta trasera, y así la recordará la historia, aunque bata el aire, vocifere y se haga la superada.
Viajando al Norte, a la cálida Venezuela, apreciaremos el errático camino de un incapaz con todas las letras, quien después del cachetazo en su rostro, por parte de la democracia fortalecida en la lucha, y tras las elecciones parlamentarias, primero se hizo el bueno, el demócrata, el que aceptaba la decisión del pueblo de cambiar el Parlamento, pero después que se hubieron marchado los observadores, después que los ojos del mundo comenzaron a mirar para otro lado, él muy cara dura junto a sus secuaces, encaramado en el endeble podio maltrecho, arremetió, aduciendo que le habían robado las elecciones, que había habido fraude y que todo era ilegal, y para contrarrestarlo, está abocado a la conformación de una especie de Parlamento paralelo, el Parlamento Nacional Comunal o Asamblea de Ciudadanos, el cual obedece al actual Gobierno, el que como bestia herida vocifera y amenaza mostrando sus colmillos de utilería.
Así como estuvimos atentos en diciembre, lo estaremos también en Enero, cuando las nuevas autoridades deban asumir y se encuentren con gente impuesta, pretendiendo ocupar los espacios que el pueblo de verdad les confirió.
Y en este sentido podremos seguir por muchas hojas más, y sin salirnos de nuestra amada América, donde Dilma se defiende de una caída vertiginosa, y donde los que la acusan también tambalean, porque están en la misma olla de corrupción, fisurando las bases del gigantesco Brasil; o la Bolivia de Evo con el fraude descubierto en los fondos indígenas o la zalamera Cuba que ahora habla en Inglés aunque siga apaleando a los disidentes que pretenden nadan más ni nada menos que Libertad, después de cincuenta años de anquilosados Castros, donde el hombre nuevo fue una artimaña, una fabulosa mentira, claman por un poco de Libertad.
Pues todo esto nos demuestra que todos los populistas se han contagiado con años de gobierno y desgobierno, de la misma enfermedad, el virus de la ambición, de la avaricia, del egoísmo, haciendo carne bajo sus nuevos trajes de proletarios avenidos en burgueses ese bichito que los hace iguales a los que otrora pretendieron combatir.
Cada día despierto dando gracias por no estar alineado a esos que aunque se muestran fuertes, poderosos e inalcanzables en sus altos podios de cartón, sabemos que están solos, vacíos, huecos y que aunque sonrían y abran sus brazos para abrazar al pueblo, solo podrán atesorar entre sus manos y el corazón, la pesada culpa de que habiendo podido pasar a la historia como pro hombres, solo son vulgares y grises diarios viejos, conteniendo antiguas noticias, flotando ingrávidos, llevados por el viento de sus miserias.
Que extraño….El ser humano cuanto más vacío, más pesa…