Crisis de los disidentes cubanos en Centroamérica

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Cubanos en los albergues de Costa Rica
Cubanos en los albergues de Costa Rica
Por José Luis Rondán.- El heroico pueblo cubano ha vivido desde hace décadas, el calvario de tener que sufrir al dúo dinámico de Centro América; los Castros, Fidel y Raúl, quienes desde su génesis combatiendo a Batista, su mítica bajada desde las sierras, su ingreso a la Habana y todo lo que le siguió en cuanto a nuevas disposiciones revolucionarias, expropiaciones, corridas y fugas, levas y limpiezas de supuestos traidores; fusilamientos masivos y alianzas con las poderosas izquierdas del momento, posicionamientos internacionales y ayudas a las guerrillas, entre ellas las nuestras de los años 60, los movimientos estudiantiles, la traición al Che, a quien dejaron morir en Bolivia por idealista y molesto; la crisis de los misiles, Bahía de Cochinos y las intervenciones en África, el bloqueo Norteamericano y al mismo tiempo la exportación de la Revolución que no era tal, el estancamiento en el tiempo, y la miseria y la decrepitud instaladas.
Las consignas y las enormes concentraciones, los comisarios del pueblo, los racionamientos y los interminables discursos del todopoderoso Fidel, las juventudes comunistas y los controles exhaustivos; la extensa cárcel natural de la isla y los sectores para el pueblo, diferenciados claramente de los del turista; las ausencias y el hambre, la propaganda y las mentiras, el poder y la represión, el pesar de la gente, la eternidad aparente de los obsecuentes dictadorcillos longevos y persistentes.
Todo ello llevó a que los de afuera miráramos a la isla con curiosidad a la vez que con pena, que habláramos de Cuba como si de una nave de extraterrestres se tratara, procurando encontrar en cada palabra, en cada noticia, al hombre nuevo que poco a poco y a fuerza de fracasos y cadenas, se iba diluyendo, si es que alguna vez existió.
Todo este cúmulo de circunstancias desgraciadas indujo a ese pueblo que tozudamente se ha negado con los años a perder su alegría, a volverse ingenioso para resolver sus problemas cotidianos, ocurrente en sus dichos y práctico a la hora de moverse, intercambiar, conseguir, dar o recibir sin molestar a las autoridades o sin que éstas se enteraran de lo que los vecinos estuvieran tramando para alivianar la carga de tener que soportar a las lacras erigidas en gobernantes que desde hace más de cinco décadas y ya ancianas, se han atornillado a los sillones del poder.
El pueblo cubano es a la vez que magnífico por lo que sabe reír y bromear, desconfiado entre hermanos, ya que el sistema ha logrado implantar en cada uno, el germen de la desconfianza, de la delación, del secretismo y por ende, tanto en su tierra natal como en la diáspora, casi nunca terminan de brindarse entre sí la confianza reservada a los verdaderos hermanos, puesto que nadie sabe con certeza, quién es quién.
Desde hace ya muchos años, se instaló una crisis cruel, aberrante y no pregonada, denunciada o combatida como debió hacerse por parte de otras naciones, y me refiero a los sacrificados balseros, quienes dejando todo atrás, afectos y bienes, se lanzaban (y aun hoy lo hacen), al mar en precarias embarcaciones, tantas veces improvisados botes, en busca de las costas de Norteamérica o las fauces de los tiburones, de la libertad o del mote de cochinos si debían volver a Cuba.
Hoy vemos con asombro y pesar las vivencias de los sirios y afganos que hacen por cruzar escasos 10 kms de mar, para alcanzar las costas italianas o griegas, tildándolo de crisis humanitaria, tal cual ha ocurrido con otros grupos sub saharianos, que antes que ellos hicieron por cruzar hasta España, pero parece como si nadie se tomara muy en serio las peripecias de estos hombres americanos que desafiando mil escollos van decididos, con la mar y el cielo por delante, en busca de su libertad cercenada.
Hace ya décadas que a diario se lanza alguien al mar rezando para no ser encontrado por alguna patrulla estadounidense, pues las disposiciones, bajo la política de pies secos, pies mojados, ordenan devolverlo a Cuba.
Estas disposiciones indican, como expresara, que si un emigrante ilegal es detenido en altamar (pies mojados), por la guardia costera, debe ser devuelto a su sitio de origen, en cambio, si logra alcanzar la costa, (pies secos), será recibido, pudiendo más adelante solicitar la preciada tarjeta de residente permanente.
Hoy por hoy, a pesar de las incipientes relaciones entre Obama y Raúl Castro, se ha generado un pre conflicto donde Cuba acusa a EE.UU. de generar una política de emigración que induce a un clima enrarecido entre ambos países, que nada bien le hacen a las negociaciones de recomposición de relaciones.
El caso es que cientos de cubanos, al ver que las conversaciones entre ambas autoridades van para largo, donde la gente de a pie no percibe resultados, pues la miseria sigue instalada y la represión, los presos políticos y las libertades cercenadas son cosas de todos los días, emigran en forma legal hacia Ecuador o Costa Rica y de allí pretenden dirigirse por tierra hacia la promesa Norteña, aviniéndose a la política de pies secos; aunque EE.UU. no se ha plegado a esta estrategia, y no creo que lo haga, cosa que tampoco ha hecho Nicaragua, quien cerró sus fronteras a cal y canto dejando a los improvisados peregrinos varados y sin posibilidades de nada y acusando a Costa Rica de propiciar con la entrega de visados transitorios, esta crisis.
Ante tal postura de Nicaragua, secundada por Belice y Guatemala, Costa Rica se retiró del SICA, dejando planteada una inminente ruptura entre países vecinos, quienes hasta ahora no habían tenido grandes diferencias. Aun si lograran franquear las fronteras de las naciones enunciadas, les quedarían las fronteras mexicanas, otro escollo no menor.
Todo lo referido lleva a que esta pobre gente a las cuales el Gobierno decrépito de los Castros Brothers, (en inglés en virtud de la nueva relación que ha llevado a que se olviden de la Venezuela de Maduro, la cual ya no le puede proveer petróleo y comiencen a reconsiderar a EE.UU.), hizo desbaratar sus vidas, empujándolos una y otra vez por su macabro y persistente obrar, hacia las profundidades del mar primero, y ahora a las fauces de los contrabandistas centroamericanos, quienes organizados convenientemente propician el pasaje furtivo de los desesperados cubanos, a quienes la búsqueda del hombre nuevo llevó a que sus raíces caribeñas se marchiten por el choque en la dura roca de la ineptitud, la obsecuencia y el fanatismo de este Gobierno cubano, inoperante y anquilosado, tanto como sus gestores.