Los políticos y la ambición desmedida

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Raúl Vallarino.- Uno de los temas más recurrentes que hemos manejado a lo largo de nuestro largo periplo por la vida es aquel que se cuestiona, si existe una “clase” política o si la política hace del individuo un político, generando en estos y en su llegada al poder, un particular condicionamiento de tal forma, que los va llevando paso a paso a ser y a comportarse de acuerdo al entorno en el cual desarrollan sus actividades, o si es el individuo quien genera a partir de sus propias ambiciones una particular influencia o un determinado condicionamiento en dicho entorno.
Podríamos ensayar diferentes respuestas, tantas como las formas de ser y proceder que tienen quienes intervienen en un sistema tan vulnerable a las presiones y tan susceptible a los condicionamientos, tanto internos como externos.
Expuestos éstos, los políticos, irremediablemente al escrutinio tanto de la interna partidaria como de la opinión pública, serán los hechos quienes por si solo den testimonio irrefutable de su accionar, quedando las palabras como meros enunciados teóricos a la hora de contrastar, lo que se dice con lo que se hace.
Próximamente como producto de una sugerencia de la editorial con la cual trabajo, editaré un material que pone de manifiesto como determinados “personajes” operan dentro del sistema político, arrojando luz sobre ciertos y determinados hechos, que dejarán en claro, una aviesa intencionalidad, una manifiesta e imperiosa necesidad o una ambición desmedida por aprovecharse de dicho sistema para hacer de este, un trampolín que les permita simplemente y tan solo, el logro de sus propios objetivos.
Entendiendo, que dicho material, ha de representar un valioso aporte, coherente con nuestro objetivo de velar, poner a resguardo y mantener un sistema democrático tan firme como transparente, con el único afán de dejar al descubierto, tan solo a quienes de una u otra manera lo utilizan para su fines personales, incluyendo en dicho material todo hecho comprobado y comprobable.
Para finalizar diré, que sólo me alienta la más sana intención de luchar para lograr un sistema democrático que pueda ser concebido y mejorado, depurando de él a todo y cualquier elemento que por la vía que fuere, lo corrompa, buscando socavarlo o subvertirlo, atentando contra sus valores esenciales que son y deberán ser siempre, la igualdad de oportunidades, la transparencia y la participación plural e irrestricta de todo aquel que bienintencionadamente desee ser parte de él, con el único objetivo de lograr cambios reales y positivos para la sociedad toda