
El diplomático uruguayo fue elegido Secretario General el 18 de marzo con 33 votos a favor, una abstención y ningún voto en contra de los Estados Miembros. El Presidente del Consejo Permanente y Representante Permanente de Trinidad y Tobago ante la OEA, Neil Parsan, fue el encargado de dar la bienvenida al nuevo Secretario General de la OEA en la ceremonia de asunción.
En su primer discurso, el nuevo secretario general destacó:
“La Cumbre de las Américas, celebrada el pasado mes en Panamá marcó un punto de inflexión en nuestro hemisferio. La inclusión de Cuba junto a las renovadas relaciones bilaterales con Estados Unidos abre un abanico de distensión de efecto benefactor para todo el hemisferio.
Trabajaremos para que Cuba pueda integrarse plenamente a la OEA, obviamente tomando en cuenta la necesidad de respetar tiempos y procesos que no están bajo nuestro control”.
Anteriormente había expresado: “El hemisferio está marcado por la paz y vive en democracia, si bien la calidad de las mismas difiere. Sin embargo, insisto que en todos los países que tendrán procesos electorales es necesario que las elecciones sean incluyentes y transparentes así como en los tiempos constitucionales establecidos”. No aclaró si está prevista una mediación para lograr la democracia en Cuba.
“Así las cosas, en el terreno de la gobernabilidad democrática, la OEA debe tender una mano a aquellos países que atraviesan momentos de crispación y antagonismos que a veces sobrepasan los niveles de civilidad a los que la democracia regional debe aspirar.
Porque la gobernabilidad democrática va más allá de elecciones, una de las iniciativas centrales que mi administración buscará implementar es una escuela de gobierno para funcionarios públicos y miembros de la sociedad civil del hemisferio, como un herramienta para fortalecer las prácticas de transparencia institucional, la búsqueda de consensos para encarar reformas y la rendición de cuentas ante la ciudadanía.
La probidad, la ética y el decoro republicano no son valores de signo ideológico, son valores esenciales de la democracia cuyo ejercicio devuelve la esperanza a las nuevas generaciones, en tanto que la colusión de la política y el dinero en el esfera pública, no hacen otra cosa que alejarlas de la acción política y de participar en la toma de decisiones que decide su futuro”.









