Ecuador: entre el festejo por los avances conseguidos y las protestas de oposición

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Quito, (Andes).- “No cabe ninguna duda de que los trabajadores ecuatorianos de hoy están infinitamente mejor que los trabajadores de la larga noche neoliberal”, señala el ministro del Trabajo, Carlos Marx Carrasco, a la agencia Andes y este viernes miles en Ecuador salen a las calles para festejar esos avances mientras otros protestan por las políticas del gobierno en el marco de la conmemoración del Día del Trabajo.
La fecha se instauró a escala mundial para recordar los sucesos y luchas de 1886. Hace 129 años una gran huelga en Chicago -entonces uno de los principales centros de industralización en Estados Unidos- terminó con decenas de obreros fallecidos reprimidos por la policía que exigían lo que para el mundo de hoy es normal: la jornada de ocho horas.
Nuevas exigencias y pasos se han registrado desde esa fecha. En los últimos ocho años las políticas en favor del empleo y la ampliación de la seguridad social han mejorado las condiciones laborales de los trabajadores, sus ingresos y sus derechos, como muestran los indicadores.“Se ha hecho bastante y falta aún por hacer y estamos en ese camino”, explica Carrasco.
El fin de la tercerización, la eliminación de la discriminación laboral de las trabajadoras domésticas, el aumento de los salarios, la ampliación de la afiliación a la seguridad social, la caída del desempleo a mínimos históricos y más recientemente, gracias a la nueva Ley de Justicia Laboral, el reconocimiento del trabajo no remunerado del hogar, garantías para impedir el despido de dirigentes sindicales y mujeres embarazadas, la reducción de brechas salariales y la desigualdad, están entre los avances registrados en el país.
“Aquello de que la Revolución Ciudadana privilegia al ser humano sobre el capital no es pura retórica es una realidad concreta que se refleja en una cantidad de hechos”, destaca Carrasco
Antes del actual gobierno la tercerización o intermediación era frecuente como forma de precarización del trabajo. Las trabajadoras domésticas tenían un sueldo de 80 dólares, siempre menor que el salario mínimo, y en general no estaban afiliadas a la seguridad social. Realidades que hoy ya no existen. El salario de ese grupo se equipara ahora al del resto de trabajadores que ganan el salario mínimo, más de cuatro veces lo que ganaban antes.
La política de obligatoriedad de la seguridad social, la figura del “salario digno” y el reconocimiento de derechos antes anulados fueron institucionalizados por el actual gobierno.
El salario mínimo en el país es uno de los más altos de la región. En 2007 era de 150 dólares y hoy está en 354 dólares. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reconoció a inicios de agosto de 2014 que en Ecuador “las alzas graduales en el salario mínimo contribuyen a reducir la desigualdad y no tienen efectos adversos significativos en el empleo agregado”.
Ha habido un “mejoramiento ostensible de los salarios en términos reales, de 45% en estos ocho años, colocando a Ecuador como uno de los países de más alta remuneración en términos de poder adquisitivo en todo la región”, indica Carrasco.
Además, en Ecuador el coeficiente de Gini, índice que mide la desigualdad, ha caído de 0,55 en 2007 a 0,48 puntos en 2012 (más cerca de 0 indica mayor igualdad y más cerca de uno, más desigualdad), según datos que publicó la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades) en el documento ‘8 años Revolución Ciudadana’.
De otro lado, el desempleo se ha reducido a los niveles más bajos en la historia del Ecuador, que tiene una población económicamente activa de 7,3 millones de personas. La última cifra nacional de marzo de 2015 fue de 3,86% y en marzo de 2014 había sido de 4,85%. La tasa de empleo adecuado se ubicó en 43,72% en marzo anterior mientras que en el mismo mes del año pasado fue de 45,49% y el índice de empleo inadecuado subió de 49,4% a 52,06% en igual comparación.
“Creo que en estos ocho años, sin temor a equivocarme, hemos avanzado más que los avances registrados desde 1938 -cuando se dicta el Código del Trabajo- hasta 2007 cuando arranca el gobierno”, resalta el ministro Carrasco.
Con el fin de actualizar la legislación en materia laboral la actual administración buscó el año pasado diseñar un nuevo Código del Trabajo, pero finalmente se optó por reformar a ese cuerpo legal y a la Ley de Seguridad Social. Finalmente, la Asamblea Nacional aprobó el 15 de abril la Ley de Justicia Laboral y Reconocimiento del Trabajo en el Hogar, que entró en vigencia el 20 de ese mes.
La nueva normativa de 69 artículos contempla aspectos como la afiliación a la seguridad social para las amas de casa (estimadas en un número de 1,2 millones), techos para las utilidades, garantías en caso de despido de mujeres embarazadas y dirigentes sindicales, reducción de brechas entre los salarios de altos directivos y empleados que menos ganan, entre otros.
Marcha oposición
Uno de los temas que causó más polémica fue la inclusión del artículo que elimina la contribución obligatoria del Estado del 40% a las pensiones jubilares exista necesidad o no. En la nueva normativa en cambio se establece que el Estado garantizará el pago de las pensiones cuando el IESS lo requiera. Los recursos liberados, unos 1.000 millones de dólares, servirán para financiar otros proyectos sociales y de inversión, según ha explicado el presidente Rafael Correa.
Protestar contra aspectos de la Ley de Justicia Laboral es una las consignas del 1 de mayo para sectores sindicales, sociales e indígenas de oposición. “El gobierno no tiene que hacer leyes que agredan a unos o a otros, las leyes tienen que ser igualitarias para todos. Un ejemplo, por qué dejar el 60% (de subsidio) a la Policía y Fuerzas Armadas y por qué a nosotros quitarnos el 40%”, explica a la agencia Andes Mesías Tatamuez, presidente de la Confederación de Organizaciones Clasistas Unitarias de Trabajadores (Cedocut).
“Aquí no se trata de opositores, se trata del patrimonio de los ecuatorianos: la seguridad social, que estamos defendiendo. El otro reclamo es que se haga un verdadero Código del Trabajo, no reformas”, añade el dirigente sindical.
Sobre los avances que el gobierno destaca Tatamuez afirma: “Cuando se dice que ya todo es una maravilla, nosotros decimos: ‘hay cambios, pero no se puede decir que ya todo se ha cambiado’. Falta muchísimo todavía como la reforma agraria (…) Lo que nosotros queremos es que ojalá hubiese cambios profundos, el respeto a la democracia, a la vida, a la soberanía, la no criminalización de la protesta, y en el empleo decimos que se respete la libertad de organización, la libertad de contratación colectiva y que se legisle para todos”.