El Papa, sin tapujos, condenó el genocidio de los armenios

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El segundo domingo de Pascua, y domingo de la Divina Misericordia, el Papa Francisco celebró la Santa Misa, a las 9.00 de la mañana del domingo en la Basílica Vaticana, por el centenario del martirio armenio con el rito di proclamación de San Gregorio de Narek como Doctor de la Iglesia.
Antes de la celebración Eucarística, el Santo Padre saludó con afecto a todos ellos dirigiendo unas palabras a los fieles armenios.
En diversas ocasiones – dijo Francisco – he definido este tiempo “como un tiempo de guerra, una tercera guerra mundial ‘por partes’, en que asistimos cotidianamente a crímenes feroces, a matanzas sangrientas y a la locura de la destrucción”.
El Santo Padre dijo en una parte de la misa: “También hoy estamos viviendo una especie de genocidio causado por la indiferencia general y colectiva, por el silencio cómplice de Caín que clama: «¿A mí qué me importa?», «¿Soy yo el guardián de mi hermano?” (Gn 4,9; Homilía en Redipuglia, 13 de septiembre de 2014).
Luego señaló:”La humanidad conoció en el siglo pasado tres grandes tragedias inauditas: la primera, que generalmente es considerada como «el primer genocidio del siglo XX» (Juan Pablo II y Karekin II, Declaración conjunta, Etchmiazin, 27 de septiembre de 2001), afligió a su pueblo armenio – primera nación cristiana – junto a los sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos. Fueron asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso niños y enfermos indefensos. Las otras dos fueron perpetradas por el nazismo y el estalinismo. Y más recientemente ha habido otros exterminios masivos, como los de Camboya, Ruanda, Burundi, Bosnia”.
Envió su mensaje a los armenios: “Queridos fieles armenios, hoy recordamos, con el corazón traspasado de dolor, pero lleno de esperanza en el Señor Resucitado, el centenario de aquel trágico hecho, de aquel exterminio terrible y sin sentido, que sus antepasados padecieron cruelmente. Es necesario recordarlos, es más, es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”.