
“Nuestros amigos son los pueblos, no los malandros como este – Felipe González –; va a venir a darnos lecciones a nosotros de derechos humanos, de decir que un gobierno está mal cuando el dejó su país quebrado (…), no tiene moral para hablar de Venezuela”, enfatizó en un artículo que publica el portal de la Asamblea Nacional (AN) que el preside con mano de hierro y en la cual los diputados opositores, son continuamente impedidos de ejercer el derecho al uso de la palabra.
El iracundo Cabello condenó a los responsables de la oposición de justificar que González venga a Venezuela para defender a un ciudadano (Leopoldo López) involucrado en terrorismo y asesinatos. “Esta es la joya – Felipe González – que quiere venir acá a defender a alguien que está involucrado con la muerte de 43 venezolanos, con la quema de un preescolar con 89 niños adentro, a la quema de universidades”, dijo acusando y sentenciando como juez y jurado a la vez, antes del dictamen de la frégil Justicia venezolana que aún no tiene pruebas de estos presuntos delitos.
“Va darnos lecciones a nosotros de derechos humanos Felipe González, por favor un hombre involucrado en incontables hechos de corrupción en España (…) este es amigo de la derecha, de estos personajes (oposición), pero jamás es amigo del pueblo venezolano, es amigo de los que tienen billete aquí, no del pueblo verdadero”, finalizó el diputado socialista.
Sobre la definición de “malandro” que Cabello atribuye a González convendría leer en Wikipedia lo que allí se dice:
“El rango de acción de un malandro suele ser su comunidad, a la cual somete a través del escarmiento y el uso de armas de fuego, las cuales adquieren con dinero proveniente de la comisión de hechos punibles. No obstante, muchos operan más allá de sus comunidades, delinquiendo en las urbes o en sus periferias. El malandro ejerce la profesión delictiva de forma independiente u organizada. Sus actividades comprenden el tráfico de drogas, la comisión de delitos como hurto, robo y secuestro -así como las peleas por las zonas para cometer estos delitos-, la industria del sicariato -también llamado asesinato por encargo- y el homicidio de enemigos o ciudadanos insubordinados”.
Toda esa definición suena más parecida a las actitudes del régimen chavista que a otra cosa.












