La obsesión de Maduro: ya contabiliza 12 presuntos intentos de golpes de Estado

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Ilustración de José L. Rondán
Ilustración de José L. Rondán
Nicolás Maduro ha vuelto a conmocionar al mundo con su decisión de hacer detener al opositor alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, sin propocionarle las garantías que le otorga la Constitución. Fue detenido en sus oficinas sin orden de allanamiento y sin orden judicial previa (requisitos que sin dudas aparecerán luego ya que el Poder Judicial está sujeto a las órdenes del Ejecutivo).
En su particular forma de tratar de entender lo que no entiende, provoca y asegura que habla con el pajarito chiquitico que según su particular forma de pensar, es Chavez quien vuela sobre su cabeza dándole consejos.
De ser así y por lo visto hasta ahora, son pésimos consejos, como el de creer que hay una conjura mediática internacional para sacarlo del poder.
Maduro tiene una obsesión recurrente: teme ser derrocado del gobierno por un golpe de Estado. Ya contabiliza 12 presuntos intentos de los que no ha ofrecido pruebas reales.
Culpa de la escasez de alimentos y el deterioro del país a la derecha que según él estaría apoyada por los Estados Unidos, pero no reconoce su enorme falta de liderazgo y menos sus precarias dotes para conducir la República.
Entonces reprime, viola derechos constitucionales, intimida amparado en las fuerzas policiales y militares y casi como una burla siniestra, habla de la democracia que impera en su gobierno.
Tiene un temor desmedido a que el pueblo venezolano, en medio de tantas arbitrariedades le pida responsabilidades y eso lo hace más reaccionario e intolerante.