En su particular forma de tratar de entender lo que no entiende, provoca y asegura que habla con el pajarito chiquitico que según su particular forma de pensar, es Chavez quien vuela sobre su cabeza dándole consejos.
De ser así y por lo visto hasta ahora, son pésimos consejos, como el de creer que hay una conjura mediática internacional para sacarlo del poder.
Maduro tiene una obsesión recurrente: teme ser derrocado del gobierno por un golpe de Estado. Ya contabiliza 12 presuntos intentos de los que no ha ofrecido pruebas reales.
Culpa de la escasez de alimentos y el deterioro del país a la derecha que según él estaría apoyada por los Estados Unidos, pero no reconoce su enorme falta de liderazgo y menos sus precarias dotes para conducir la República.
Entonces reprime, viola derechos constitucionales, intimida amparado en las fuerzas policiales y militares y casi como una burla siniestra, habla de la democracia que impera en su gobierno.
Tiene un temor desmedido a que el pueblo venezolano, en medio de tantas arbitrariedades le pida responsabilidades y eso lo hace más reaccionario e intolerante.