Libertad, Democracia y República (Desde Uruguay por Jorge Larrañaga)

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Jorge Larrañaga
Jorge Larrañaga
El próximo 30 definimos quien nos gobernará los próximos 5 años. Pero también un poco más. Definimos el mensaje político que la sociedad uruguaya recibirá.
Es claro que tenemos ciertos rasgos identitarios. Somos demócratas y republicanos.
También hemos demostrado, como sociedad, el compromiso de construir justicia social.
Es en los caminos elegidos donde empiezan los matices, entre quienes pretendemos crear condiciones sustentables de inclusión, que alejen los riesgos de recorrer caminos de pobreza por parte de los sectores más vulnerables y quienes sienten como suficientes las soluciones quizás alcanzadas.
Es claro que la satisfacción económica no puede ser excluyente de la necesidad de urgentes cambios en dos áreas trascendentes en el Uruguay de hoy: seguridad y educación.
No hay que confundir consumismo con progreso, menos aún con desarrollo. Es que si no atendemos las variables constantes, las verdaderas llaves de libertad como es la educación, seguiremos anclando a los jóvenes y nunca podrán desplegar todas sus posibilidades. Seguiremos gravando con hipoteca la sociedad del presente y del futuro y no habrá ni verdadero progreso ni desarrollo humano.
Integramos una sociedad que ha madurado al punto de no refugiarse en lo exclusivamente ideológico y que busca soluciones concretas y pragmáticas. Una sociedad que rechaza el conflicto, que quiere diálogo, soluciones.
El uso de las mayorías frentistas en los últimos dos gobiernos, a nuestro juicio, no es una forma adecuadamente “uruguaya” de ejercer el poder. Ese es nuestro pensamiento.
A los orientales no nos gusta la prepotencia ni la imposición. Acaso por nuestra propia trayectoria histórica y la realidad geopolítica. El tamaño no da –ni quita- la razón.
Pero hay algo que no somos, y que la sociedad no permitirá se pretenda llevar a ese territorio. No somos una sociedad dirigida, intervenida, sin poder ejercer su derecho al reclamo o al disenso. Nunca tuvimos, no tenemos ni permitiremos tener, vocación de rebaño. Y por ello no están adormecidas las reservas y recelos frente a quienes pretenden se acumule el poder por el poder mismo. Esta tendencia que puede llegar a sobrepasar los límites de lo republicano, pretendiendo por ejemplo, dictar una ley de medios proclive al intervencionismo, o la pretensión de afectar la independencia del Poder Judicial o la anunciada reforma constitucional mediante una Convención Constituyente no se sabe bien para qué, -o al menos no se dice-, no nos resulta ni nos resultará, admisible.
El Estado de Derecho se sustenta sobre el principio de Separación de Poderes. Por tanto, decimos: No toquen a la Justicia.
No estamos de acuerdo con caminos de reformas a la Constitución, ni al Poder Judicial, para saciar codicias ideologizadas, muy anacrónicas, elitistas y poco republicanas.
Gane quien gane el domingo deberá respetar los límites que la sociedad ha fijado. Los límites que están arraigados en la identidad nacional y que no se tocan por un punto más en las elecciones.
Wilson decía que por la libertad debía lucharse todos los días porque nunca está definitivamente conquistada.
Tenía razón.
La razón que ninguna reja podrá atrapar, es que las ansias de libertad de todos los uruguayos son invencibles.
El 1 de diciembre no habrá uruguayos más uruguayos que otros. No habrá uruguayos de primera o de segunda según lo que hayan votado. Porque no hay nacionalidad por porcentajes, ni problemas que se solucionen por balotaje. El país no tiene dueños, todos somos copropietarios de la identidad nacional. Integramos el país al cual hemos aportado la lucha por la libertad, forjando el imperecedero sentir de que “naides es más que naides” que proclamaba Aparicio.
Nuestra fórmula con Luis Lacalle Pou asume el compromiso de defender ese estilo uruguayo de vivir las diferencias, de enfrentar los problemas y, como no puede ser de otra manera, de representar a todos, a aquellos que nos acompañen con su voto el domingo y a aquellos que no lo hagan; gobernaremos para todos, no sólo para el porcentaje que nos vote, ejerceremos las responsabilidades en 100% frente a todos y para todos.
Nunca seremos portadores de la soberbia de creernos fundadores de la sociedad uruguaya, ni dueños de las verdades. Tampoco meros mercaderes que bastardean la política elogiando vetustos emblemas desmerecidos.
Invitamos a los uruguayos a la serena reflexión, y a votar, decidir y hacerse responsable por el futuro de todos los compatriotas. Porque en cada decisión de un gobierno a través de los poderes del Estado, de quienes detentan las mayorías o integran las minorías, siempre estarán en juego los conceptos de Libertad, Democracia y República. Conceptos imposibles de menoscabar con pretensiones hegemónicas, ni aún so pretexto de ánimos que diciéndose van interpretar la voluntad de la gente, quieran socavar las bases mismas del respeto por nuestra identidad como orientales.
Jorge Larrañaga