
A los chavistas les indigna que una serie de TV norteamericana, Legends -según denuncia el Minci- se observa a un terrorista siendo interrogado por un agente del FBI, quien le pregunta: “¿Para quién lo estás comprando? (arma química llamada XV)” y el detenido asegura: “No lo sé, hay un apoderado”, al ser cuestionado sobre la identidad de esa persona, este le responde: “Maduro, Partido Socialista Unido de Venezuela. Están preocupados por los disturbios de civiles en Venezuela”.
La ministra de Comunicación e Información de Venezuela, Delcy Rodríguez, ha escrito en Twitter: “Solicitaremos formalmente a los productores de Legends el retiro de sus infamias contra el Jefe de Estado de Venezuela en el capítulo señalado”.
Pero la funcionaria no pide disculpas por la “Oración del delegado” que reforma el Padre Nuestro y que ofende a los católicos e incluso cuando una militante ultrachavista del PSUV lo leyó públicamente, mientras Maduro aplaudía.
Hablan de legalidad y mantienen sin terminar el juicio al líder opositor, Leopoldo López, encarcelado por presuntos delitos no probados de incitar a la violencia en las protestas callejeras.
La fiscal venezolana, Luisa Ortega Díaz, no ofrece garantías de imparcialidad a la hora de actuar y eso le resta legitimidad al Ministerio Público. Los continúos aplazamientos del juicio son pruebas evidentes de la falta de independencia de ese organismo. Las pruebas en contra de López son inconsistentes y las acusaciones no tienen asidero alguno.
Hablan de derechos humanos y piden garantías por hechos ocurridos en otros países, pero en Venezuela no hay garantías para María Corina Machado, otra acusada a la que no se le permite presentar pruebas que -según sus abogados- demuestran su inocencia de los cargos por las que se encuentra imputada.
Otro caso es el caso de Iván Simonovis, excomisario de la Policía Metropolitana de Caracas que lleva encarcelado 10 años.
Condenado a 30 años, según la acusación por presuntos hechos de violencia durante el golpe de Estado de 2002. Simonovis padece un gran deterioro de salud y Nicolás Maduro se niega a darle la libertad y tampoco acepta las peticiones de «medida humanitaria» para que pueda recibir un tratamiento médico adecuado.












