En los refugiados y los jóvenes discapacitados, Francisco ve el rostro de Jesús y su amor, que restituye dignidad y dona salvación. En su tercer discurso, pronunciado en Bethany beyond the Jordan – Betania más allá del Jordán, el Papa se mostró sensible a la difícil situación que enfrentan personas golpeadas por las crueles situaciones del mundo, expresando en primer lugar su especial interés en encontrar a quienes “a causa de sangrientos conflictos, han tenido que abandonar su Patria y han encontrado refugio en la acogedora tierra de Jordania y a los queridos jóvenes, que experimentan el peso de alguna limitación física”.
Recordando el bautismo de Jesús en este mismo lugar, el Santo Padre hizo hincapié en la humildad de Jesús quien, compartiendo la condición humana, vino aquí para ser bautizado y “con su amor nos restituyó la dignidad y nos dio la salvación”. En este contexto, el Obispo de Roma manifiestó su aflicción por “los dramas y las heridas de nuestro tiempo, especialmente, por las que son fruto de los conflictos todavía abiertos en Oriente Medio”. Su pensamiento se dirigió en primer lugar a la tierra siria, lacerada por tres años de lucha fratricida y a sus innumerables víctimas: un drama que ha obligado, recordó, a millones de personas a convertirse en refugiados y a emigrar a otros países.
Las palabras del Papa peregrino se dirigieron luego a las autoridades y al pueblo jordano, agradeciéndoles por la generosa acogida de “un número elevadísimo de refugiados provenientes de Siria y de Iraq”, y a todos los que prestan asistencia y solidaridad, como así también a las obras de caridad desarrolladas por instituciones de la Iglesia que, “sin distinción de credo religioso, pertenencia étnica o ideológica, manifiestan el esplendor del rostro caritativo de Jesús misericordioso”.
El Obispo de Roma exhortó a la comunidad internacional a que “no deje sola a Jordania ante la emergencia humanitaria”, sino que continúe e incremente su apoyo y ayuda, al tiempo que renovó su llamamiento a la paz en Siria insistiendo en que “nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas” y se regrese al camino de las negociaciones, indicando como única solución el diálogo y una solución política.
Francisco invitó también a los jóvenes a unirse a su oración de paz y a colaborar en la construcción de una sociedad respetuosa de los más débiles y a ser “signos de esperanza”.
Fuente: Radio Vaticana