Si uno lee en cualquier medio de prensa que Cuba ha sido elegida miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, puede pensar que se trata de una broma, pero no; es una cruda realidad.
En noviembre de 2013, Cuba, China y Rusia fueron elegidas como miembros del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Bueno, en realidad no importa quien lo integre porque parecería que nadie les hace caso en el mundo. Como simple ejemplo el gobierno de Venezuela se rie de cualquier “tirón de orejas” que le haga el organismo internacional sobre temas de derechos humanos y Cuba siempre vetará cualquier intento de sanción a su amigo y proveedor de petróleo sin costo, Nicolás Maduro.
El gobierno cubano no permite la libertad expresión, no comulga con los valores democráticos, no permite elecciones libres y encarcela a los que piensan diferente, pero integra el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
El regimen de Cuba ha llegado al colmo de declarar oficialmente el 26 de junio de 2012, sobre la situación en Paraguay “el gobierno cubano no reconocerá autoridad alguna que no emane del sufragio legítimo y el ejercicio de la soberanía por parte del pueblo paraguayo”. Un “sufragio legítimo” que no existe en la isla.
También en el Consejo de Seguridad, Rusia y China han vetado cualquier intento de sanción al regimen sirio. El veto de dos, basta para que no se tomen acciones contra quien ejerce el poder en forma dictatorial.
En el tema del avasallamiento ilegal a Ucrania por parte de Rusia, hoy se discute y se anuncian sanciones, pero la duda es hasta donde se llegará.
La lista de conflictos internacionales continúa con suerte dispar, más allá de la buenas intenciones de la ONU de acabar con los flagelos, debería dilucidarse cuanto poder tiene en realidad la organización mundial y hasta donde le dejan avanzar algunos de los países que la integran.
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