El FMI vaticina turbulencias en la economías de América Latina y el Caribe

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Fondo Monetario Internacional (FMI)
Fondo Monetario Internacional (FMI)
El Fondo Monetario Internacional (FMI) vaticina que a pesar de los riesgos de la economía, prevé que la región crecerá a un ritmo ligeramente más rápido que el año pasado, del 2,6% en 2013 al 3% en 2014.
Alejandro Werner, director del FMI para el Hemisferio Occidental, en un artículo de esta organización, señala que el aumento de la demanda mundial es importante, pero también hay que considerar otros factores. La volatilidad probablemente será un factor relevante del panorama en los próximos meses. Las tasas de crecimiento de la región seguirán siendo bajas en comparación con las tendencias históricas y persisten riesgos a la baja para el crecimiento.
En el Caribe
En la región del Caribe-dice Werner- prevemos que los países dependientes del turismo se recuperarán gracias a la mayor actividad en Estados Unidos; la entrada de turistas estadounidenses a la región del Caribe registró un aumento interanual de aproximadamente 7% en noviembre. Sin embargo, el crecimiento se mantendrá bajo en 2014, apenas 1½%. Los países exportadores de materias primas experimentarán un crecimiento más vigoroso del 3,7%. Al igual que en Centroamérica, en algunos países caribeños los elevados niveles de deuda pública plantean riesgos.
En América del Sur
El experto del FMI, apunta a que en América del Sur, el panorama es más desigual. En los grandes países exportadores de materias primas financieramente abiertos (Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay), el crecimiento promedio se mantendrá ligeramente por debajo del 4%, avanzando a una marcha lenta en relación con los niveles históricos. El repunte de la demanda mundial tendrá como contrapartida una disminución de los precios de las materias primas y condiciones financieras ligeramente más restrictivas. En estos países, las perspectivas dependerán en gran medida de las condiciones internas. Por ejemplo, Brasil se enfrenta a restricciones de la oferta que están limitando el producto y empujando al alza la inflación. Por lo tanto, proyectamos un crecimiento de 2,3%, no mucho mayor que el del año pasado.
En otros países exportadores de materias primas de la región, el panorama es menos favorable. En Argentina y Venezuela, en 2013 comenzaron a surgir presiones sobre la inflación, la balanza de pagos y los mercados cambiarios. Estas presiones están afectando negativamente la confianza y la oferta agregada.
Nuevos y viejos riesgos
El director del FMI para el Hemisferio Occidental, explica que para todos los países de la región, la economía mundial aún plantea riesgos. El nivel muy bajo de inflación en las economías avanzadas podría causar una disminución de las expectativas de inflación, generando aumentos de las tasas de interés reales (con tasas a corto plazo cercanas a cero) o deflación en estas economías. Asimismo, un crecimiento más débil en los mercados emergentes podría afectar negativamente a los mercados de materias primas. Los riesgos para la estabilidad financiera incluyen un aumento del apalancamiento de las empresas, así como presión sobre las valoraciones de los activos si las tasas de interés subieran más de lo esperado. Además, la turbulencia sostenida en los mercados emergentes podría generar condiciones financieras internacionales aún más difíciles.
Turbulencias en la región
Werner aclara que si bien el crecimiento se acelerará, cabe esperar más turbulencias en nuestra región. Por lo tanto, para las autoridades económicas de América Latina y el Caribe aún no es el momento de descansar tranquilos. Sigue siendo necesario recomponer los márgenes de política fiscal y utilizar la política monetaria y los tipos de cambio flexibles para absorber shocks cuando sea posible. En algunos países también sería útil reforzar los marcos de política económica a mediano plazo. Asimismo, será esencial prestar atención especial a las señales de tensión en los sistemas financieros. Y por último, es preciso poner en marcha reformas estructurales en el ámbito de la educación, la infraestructura y los mercados de trabajo y de productos —en toda la región, incluido Estados Unidos— para avanzar a un ritmo de crecimiento más vigoroso y sostenible a largo plazo.