Francisco pidió que "el grito de los pobres nunca nos deje indiferentes"

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En una Plaza de San Pedro abarrotada de miles de fieles y peregrinos al mediodía de este domingo, el Santo Padre Francisco rezó la oración mariana recordando la fiesta de la Inmaculada Concepción. Refiriéndose al misterio de la “muchacha de Nazaret que está en el corazón de Dios”, el Papa recordó que Dios posa su mirada de amor sobre cada hombre y cada mujer: “también nosotros, desde siempre, hemos sido elegidos por Dios para vivir una vida santa, libre del pecado. Es un proyecto de amor que Dios renueva cada vez que nosotros nos acercamos a Él, especialmente en los Sacramentos”, puntualizó. El Obispo de Roma invitó a todos a contemplar a nuestra Madre Inmaculada, reconociendo nuestro destino verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser transformados por el amor.
Francisco agregó: Mirémosla, a nuestra Madre, y dejémonos mirar por ella, porque es nuestra Madre y nos ama tanto; dejémonos mirar por ella para aprender a ser más humildes
“Esta tarde, siguiendo una antigua tradición, voy a ir a la Plaza de España, para orar a los pies del monumento a la Inmaculada. Les pido que se unan espiritualmente a mí en esta peregrinación, que es un acto de devoción filial a María, para encomendarle la ciudad de Roma, la Iglesia y a toda la humanidad. Antes de regresar me pararé un momento en Santa María la Mayor para saludar con la oración a la Salus Populi Romani y rezar por todos ustedes, por todos los romanos.
Y así lo hizo. En la Plaza de España y ante una gran multitud de fieles allí reunidos, Francisco llegó cerca de las 16 y luego de permanecer en silencio ante la imagen de la Inmaculada, el Papa pidió a la Madre: Ayúdanos a mantenernos en la escucha atenta de la voz del Señor: el grito de los pobres nunca nos deje indiferentes, el sufrimiento de los enfermos y los necesitados no nos encuentre distraídos, la soledad de los ancianos y la fragilidad de los niños nos conmuevan, toda vida humana sea siempre amada y venerada por todos nosotros”, dijo con emoción y agregó: “Tú en nosotros la belleza del amor misericordioso de Dios en Jesús, que esta belleza divina nos salve a nosotros, a nuestra ciudad, al mundo entero”.