
A 31 años del desembarco argentino en Malvinas en el intento fallido por recuperarlas, los usurpadores aun siguen allí, pisando un suelo que no es suyo y eso hace que la herida aún siga abierta.
En 1982, los dictadores militares que gobernaban la Argentina, cercados por el fracaso del modelo económico, apelaron al patriotismo del pueblo para hacer olvidar el hambre y el desempleo que imperaban en el país. Y lo hicieron sabiendo las consecuencias nefastas que podría tener el intento de invadir las Malvinas en la forma en que se haría.
En abril de 1982, los argentinos, inflamados de fervor patriótico fueron a la plaza de Mayo. Allí estaba el dictador Leopoldo Galtieri que supo sacar provecho de un deseo legítimo del pueblo argentino de recuperar algo que verdaderamente les pertenece: las islas Malvinas.
Pero esa no era la forma, ni el momento oportuno de hacerlo, y el dictador lo sabía, pero debía conformar una cortina de humo que le permitiera gobernar, y que la gente se olvidara de las necesidades básicas y el desempleo.
Allí, en ese histórico balcón de la Casa Rosada, mareado por los efluvios del poder, el general se sintió omnipotente.
Mientras recibía el baño de calor de la gente, abrió los brazos e imaginó que era otro general, otro que muchos años antes se había ganado el apoyo de muchos argentinos.
Pero él no era ese hombre y nunca lo sería, aunque el militar al oír a la muchedumbre repetir incansablemente: “El que no salta es un inglés, el que no salta es un inglés”, creía que estaba alcanzando la gloria.
Y mucha gente le creyó, y la juventud argentina terminó siendo la carne de cañón que marchó al frente de batalla. Ellos fueron los verdaderos héroes que dieron sus vidas por la nación, mientras los dictadores permanecían seguros sentados en sus despachos de Buenos Aires.
Esos coroneles y generales de la dictadura jamás entraron en combate, no saben lo que es enfrentar al enemigo en el campo de batalla. Los jóvenes que fueron a pelear al frente, son hoy, con orgullo, veteranos de guerra; los dictadores militares que los enviaron a luchar en desventaja, hoy son solo unos viejos que nada pueden mostrar de su pasado con orgullo.
Muchos jóvenes argentinos murieron en las confrontaciones con los ingleses, otros regresaron heridos y hasta hoy, los sucesivos gobiernos democráticos, no les han dado el justo y merecido reconocimiento que verdaderamente merecen.
Muchos homenajes y reivindicaciones por el suelo usurpado, pero escasa atención estatal a esos hombres que lucharon por recuperar parte del territorio argentino.
Esos hombres no sirven solo para recordarlos y mostrarlos una vez al año-el 2 de abril-cuando se conmemora el incio de la guerra de Malvinas. Lo que se les ha dado no paga lo que ellos dieron por la patria.
R.V.












