
La mayores discrepancias fueron el método de la financiación de la CIDH y el cambio de la sede del organismo, que en la actualidad se encuentra en la ciudad de Washington, D. C., Estados Unidos.
El canciller ecuatoriano Ricardo Patiño, en cierto momento del debate al ver que la mayoría de países no querían extender la discusión, amenazó que si no se aceptaba la prolongación del diálogo, Ecuador podría abandonar el Sistema.
Asimismo, cuestionó el hecho de que la predisposición de nueve países que expresaron su acuerdo de que la sede de la CIDH sea trasladada a Costa Rica o a un estado parte, no haya sido tomada en cuenta en la propuesta de resolución.
Ante la evidente falta de consenso sobre la resolución final, Patiño señaló que “Habíamos decido ir a la votación porque sabíamos que ibamos a perder”, reconoció, pero se volvió a tratar la propuesta argentina y luego de negociaciones en el último cuarto intermedio, se logró un consenso para introducirla.
La propuesta aboga por “Resaltar que en el espíritu del mejoramiento constante del Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) y con la participación de todas las partes involucradas mandatar al Consejo Permanente continuar el diálogo sobre los aspectos fundamentales para el fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos, teniendo en cuenta todos los aportes realizados por los estados, los órganos del sistema y la sociedad civil a lo largo del proceso de reflexión, así como los debates durante la presente asamblea general extraordinaria”.
Varias organizaciones internacionales y personalidades habían advertido que estas reformas para el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, propiciadas por Ecuador y apoyadas por Bolivia, Nicaragua y Venezuela buscaban en realidad amordazar la libertad de expresión en el continente.









