Preside pero no decide

0
209

Javier García
Resignación, resignación, resignación. Esa podría ser la conclusión a la mitad del mandato de aquel educación, educación, educación. Mujica reconoció que su apuesta, que aplaudimos todos, no puede cumplirla. Lleva 30 meses de presidente y le falta otro tanto, pero ya largó la toalla. Esta semana dijo que era “imposible” hacer cambios en la enseñanza. Su discurso abundante no es creíble, no porque mienta, sino porque no tiene poder.
Su presidencia es nominativa y protocolar. Es reconocido en el mundo por la sencilla razón que en el mundo llama la atención lo exótico. De Finlandia, por ejemplo, todos hablan de su revolución educativa, o de la productiva de Nueva Zelanda, pero sobre Uruguay las revistas de variedades dicen que tenemos un presidente bárbaro porque quiere legalizar la marihuana. Es sin duda exótico, pero para nosotros es de terror que eso sea el motivo de los reconocimientos. El futuro de Uruguay se vincula más a cuántos gurises de las escuelas y los liceos son sólidos en ciencias o manejan idiomas, o cuántos más que un puñadito de héroes participan en las olimpíadas de matemáticas a que si el Estado va a producir marihuana. Pocos, muy pocos, deben conocer la cara del presidente de Finlandia y menos su nombre, porque educar no es exótico, es una obligación de justicia social. Que un niño reciba educación es un derecho humano que no llama la atención y todos lo reconocen así aunque se viole con total éxito. Por ejemplo acá, que se violan los derechos a la educación de los niños y jóvenes todos los días bajo la atenta mirada de los gobernantes.
De cada 100 muchachos que entran al liceo en la zona del Borro y Casavalle, en Montevideo, 95 no lo terminan. Ahora si va a uno en Pocitos solo 5 desertan. Pierde por goleada el pobre. A ese muchacho de Casavalle, ¿qué le va a cambiar la vida: un buen liceo o que Mujica debata sobre la marihuana? A este joven, que tiene un derecho humano consagrado legalmente, este gobierno lo viola. No son torturas ni vejaciones corporales como las de la dictadura de hace 40 años, pero son también tratos denigrantes, que condenan a la miseria y a la pobreza y que en muchos casos terminan condenando al delito y a la pasta base. Y sobre esto Mujica dice que es imposible hacer nada. Tiró la toalla. Con mayorías legislativas propias, con abundancia de recursos y con acuerdos educativos con la oposición. ¿Qué más necesitaba?
El rey está desnudo, porque gobernar y darle un rumbo a la Nación es mucho más que cancherear en un discurso. El presidente cuando se ofende, agrede. Días atrás dijo que no le perdonan su “condición de clase”, y que le tenían “desprecio”. No sé a qué “clase” pertenece él, porqué los Tupamaros se nutrieron de lo más cajetilla y acomodado que andaba en la vuelta. Nenes bien devenidos en iluminados profetas de la liberación. Los que cortaban el bacalao salían principalmente de las clases altas de la costa montevideana y universitaria, como la primera dama. Las 8 horas no eran muy frecuentadas.
No es un tema de desprecio, sino de denunciar que no hay capacidad para poner un rumbo al barco. Y no la hay a pesar de tener todo. Falta un montón de tiempo donde se podría hacer mucho, pero ya abandonó. No es imposible como dice Mujica, sino que no está dispuesto a romper con roscas y oligarquías sindicales que le darán votos, pero no la felicidad de cumplir con su deber.
El País Digital