
Se conoce sin embargo una nueva idea sobre los aspectos prácticos: el gobierno va a utilizar un predio militar al norte del Río Negro para allí plantar la droga e iniciar la cadena productiva. No sabemos si todo el proceso hasta el producto final se hará, para ser coherentes, también en predio militar.
La noticia tiene sin duda una contracara que nada tiene que ver con el tema en cuestión sino con la concepción que sobre las Fuerzas Armadas prima en este período, donde incluso hasta adentro de las propias Fuerzas las luces encandilaron a varios que decían que nadie entendía y respetaba a las FFAA como este gobierno de “combatientes”. Si entender y respetar es hacer participar a los militares en la producción de droga y utilizarlos como gendarmes de este proceso, entonces no las entendemos.
Mujica y su ministerio de Defensa, por la vía de los hechos, van transformando a las Fuerzas Armadas en una fuerza propia, al servicio del gobierno y no de la Nación. La diferencia no es sutil, es de fondo. Prevén que ellas provean de mano de obra disciplinada para todos aquellos trabajos que el programa partidario disponga no importa que alejada esté de su misión Constitucional. Es lo que Topolanski dijo de identificarlas con el proyecto político. Mujica no tiene concepción de Ejército Nacional sino de Guardia Privada, enviada a tapar agujeros. Le encomienda así tareas que perforan su disciplina interna. Y su disciplina es la base de su existencia. Controlar puertas de cárceles y presos las pondrá en contacto con corrupción, a no engañarse. Plantar y producir marihuana también. Las introduce en una tarea con abundante corrupción dónde el narcotráfico chico o grande, que no va a desaparecer por esta peregrina idea de la marihuana estatal, se va a encargar de infiltrarlas. Cuando planteamos que soldados ayudaran a la seguridad interna, desde el Frente Amplio nos aplicaban la monserga de que no estaban preparadas para eso, no es su “misión”. Sin embargo producir marihuana y cuidarla, si. ¡Por favor!
En este concepto de Guardia Privada del gobierno, se encuadra las arengas ramplonas de militares venezolanos a quienes el Poder Ejecutivo hace entrar de contrabando al país y obliga a los oficiales a escuchar, sin chistar.
Muchos militares se encandilaron en conversaciones en los casinos de oficiales con los ex guerrilleros. La realidad es que el gobierno tiene claro lo que quiere: las aleja de la Constitución y le encomienda tareas que las destruyen en su disciplina y las somete. Que las Fuerzas Armadas tengan la misión de plantar marihuana no es porque las respeten, sino porque las desprecian.
El País Digital












