Lo que dijo y lo que fue

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Javier García
Montevideo.- El 17 de enero pasado junto al Senador Carlos Moreira llamamos a la Comisión Permanente al ministro del Interior (Eduardo Bonomi). El motivo fue el aumento alarmante de los homicidios (en Uruguay). En 17 días se habían producido según cifras oficiales 22 asesinatos, más de uno por día en promedio. Bonomi concurrió con una veintena de asesores y habló horas. Vamos a transcribir algunos párrafos y cifras que utilizó para hacer lo que se le ha vuelto una costumbre en él: justificar todo y diagnosticar hasta el cansancio. Desacreditó el llamado a sala y adelantó que la cantidad de homicidios no se mantendría en el tiempo y algunos de sus asesores con pose de predictores de meteorología nos aventuraban lo que iba a pasar.
En la página 50 de la versión taquigráfica dice Bonomi “es cierto que los delitos en comercios aumentaron, pero en 2010 y 2011 se han instalado 40.000 nuevos comercios… entonces hay más objetivos posibles”. La culpa, según esta particular excusa de Bonomi, no la tiene el delincuente sino los comerciantes.
Más adelante leyó el análisis de su asesor estadístico que tenía algunas conclusiones que merecen recordarse hoy. Transcribo: “La cantidad de homicidios cometidos durante los primeros diez días de enero nada dice sobre la que cabe esperar en febrero”. ¡Vaya que sí decía! La tendencia escalofriante se mantuvo y lo peor es que no les preocupó. Agregó una afirmación que era temeraria entonces y ahora sólo puede ser fruto de la incompetencia: calificó la cantidad de homicidios registrados como altamente “coyunturales, es decir muy probablemente azarosas y transitorias”. La transitoriedad lleva tres meses.
Y como corolario, desopilante, argumentó que “dicho incremento se relaciona con la intensificación de la actividad social durante estos últimos meses (producto de los días más largos, de las condiciones climáticas favorables y de que los períodos de ocio de las personas generalmente coinciden con esta estación) así como el incremento del consumo de alcohol que deriva de tal intensificación de las actividades grupales y recreativas”. (Pg. 54 de la versión taquigráfica para que no piensen que este disparate es inventado). Así que el calor, los días largos y las parrillas encendidas fueron para el ministro de Interior la causa de mayores homicidios. De antología.
Bonomi en una táctica primitiva en vez de plantear soluciones, atacó. Y usó cifras y comparaciones que ahora, tres meses más tarde, le pegan en el rostro. Dijo en la página 46, “no es serio proyectar 17 días en el año. Habría que estudiar qué ha pasado en otros momentos. En el año 1993 (en clara referencia al gobierno del Partido Nacional) durante el verano hubo 49 homicidios”. Y agregó “en 2010 hubo 30, en 1993 hubo 19 más. En 2011 hubo 34 y en 1993 hubo 15 más.” Quería convencernos que su gestión es fantástica, como si fuera una competencia frívola de homicidios. Pero la comparación le pega hoy en la frente, por frívolo. Según divulgó esta semana entre enero y marzo existieron 88 homicidios: el doble casi de la cifra que le enrostró a la oposición y casi el triple del verano pasado.
Lo que no es serio, para usar su admonición, no es la advertencia nacionalista, sino su gestión. Es más un comentarista que el responsable político de la seguridad. Las cifras objetivas y ultra-oficialistas califican su trabajo. Bonomi no resiste un archivo reciente y menos su propia versión taquigráfica.