 ¡Paz, alegría, y amor! «Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero: «Surrexit Christus, spes mea» – «Resucitó Cristo, mi esperanza». Benedicto XVI comenzó, con esta Secuencia pascual, su Mensaje Urbi et Orbi de este 2012 y reiteró que Jesús está vivo y presente hoy, a través de su Iglesia, en especial en cada situación humana de sufrimiento e injusticia. Oriente Próximo, Siria, Tierra Santa, África…
¡Paz, alegría, y amor! «Queridos hermanos y hermanas de Roma y del mundo entero: «Surrexit Christus, spes mea» – «Resucitó Cristo, mi esperanza». Benedicto XVI comenzó, con esta Secuencia pascual, su Mensaje Urbi et Orbi de este 2012 y reiteró que Jesús está vivo y presente hoy, a través de su Iglesia, en especial en cada situación humana de sufrimiento e injusticia. Oriente Próximo, Siria, Tierra Santa, África…
El Papa deseó que Cristo resucitado otorgue su esperanza, que con su luz derrota las tinieblas y el mal. Esa misma esperanza que la Virgen María mantuvo encendida en su corazón también en la oscuridad de la noche.
Con su Bendición a Roma y al mundo, también este año, resonaron las felicitaciones de Benedicto XVI, en una Plaza de San Pedro abarrotada de fieles, iluminada por el sol y embellecida con los colores de más de 42.000 flores y plantas de jardín de Holanda. El Papa pronunció sus felicitaciones en 65 idiomas, éstas fueron sus palabras en español:
«Os deseo a todos una buena y feliz fiesta de Pascua, con la paz y la alegría, la esperanza y el amor de Jesucristo Resucitado».
En otra parte de su mensaje, Benedicto XVI, señaló: “Que Cristo resucitado otorgue esperanza a Oriente Próximo, para que todos los componentes étnicos, culturales y religiosos de esa Región colaboren en favor del bien común y el respeto de los derechos humanos. En particular, que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional. Y que los numerosos prófugos provenientes de ese país y necesitados de asistencia humanitaria, encuentren la acogida y solidaridad que alivien sus penosos sufrimientos. Que la victoria pascual aliente al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo. Y, en Tierra Santa, que israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz”.
Al finalizar, el Papa, expresó: “Que Jesús resucitado reconforte a las poblaciones del Cuerno de África y favorezca su reconciliación; que ayude a la Región de los Grandes Lagos, a Sudán y Sudán del Sur, concediendo a sus respectivos habitantes la fuerza del perdón. Y que a Malí, que atraviesa un momento político delicado, Cristo glorioso le dé paz y estabilidad. Que a Nigeria, teatro en los últimos tiempos de sangrientos atentados terroristas, la alegría pascual le infunda las energías necesarias para recomenzar a construir una sociedad pacífica y respetuosa de la libertad religiosa de sus ciudadanos”.
















