Por José L. Rondán.- Un nuevo año toca a su fin, durante estos casi casi 12 meses de un 2015 que agoniza, han ocurrido una infinidad de eventos que como seres humanos, unos más que otros, nos han ido marcando, han ido lentamente delineando nuestra forma de ver, sentir y abordar los tópicos de la vida; esos matices que nos van moldeando como el río persistente en su marcha, va formando la ribera de los montes.
Cada uno de nosotros desde su posición en las trincheras de la vida, de estos tiempos en que nos toca participar, al llegar la finalización de un nuevo período, nos sentimos inclinados a pasar raya para hacer los balances respectivos; evaluar lo que hemos hecho, lo que hemos conseguido y lo que aún nos resta por conseguir, lo que hemos debido dejar atrás, lo que nos ha dolido hacerlo y lo que de alguna forma ha sido un alivio en la marcha, cuando lo abandonado fue diluyéndose en el pasado por ser considerado peso muerto.
Al tocar a su fin el año viejo, nos vemos impulsados a detenernos unos instantes para mirar el camino andado y para evaluar el camino que todavía aguarda por nuestro peregrinar, y cada uno lo hará desde la base de sus anhelos e ilusiones, desde sus intereses y sueños, tratando de recomponer filas para que el nuevo año, cual si de un ropaje a estrenar se tratara, nos halle con la mejor disposición, recién bañados, peinaditos y perfumados, sabiendo que con el pasar de los meses, la vida misma se encargará de ir desmadejándonos de a poco, arrugándonos el traje, haciéndonos transpirar e instalando en nuestra mirada esa expresión del que habiendo salido con aires del romántico soñador, se va trocando lentamente en un monje guerrero digno de temer.
Un nuevo año languidece colgado apenas de la última hoja del almanaque, y allí nosotros, evaluando, meditando, planificando, preparándonos para el reinicio tras las festividades tradicionales y las merecidas vacaciones (las que lamentablemente pasan demasiado rápido), de esa batalla sin fin que nos plantea el mero hecho de la vida misma.
Este año parado ya en el andén donde el tren hacia el pasado está a punto de llegar, nos deja tristezas y alegrías, nos deja sucesos mundiales que con seguridad nos harán pensar diferente, haciéndonos apurar el paso o desviar el camino; este viajero que ya se encamina hacia la historia, tal cual lo han hecho todos los períodos de tiempo desde que el Universo es tal, nos deja su legado de vida y de muerte, de logros y derrotas, de fracasos, victorias, de enseñanzas, de pérdidas y obtenciones de cosas triviales, profundas, sentidas o molestas… en fin, de un cúmulo de sueños por cumplir.
Este período de vida en que los hombres nos empeñamos en embretar nuestra existencia, donde nos vemos movidos a visualizar el inicio y el final de cada carrera, nos lleva no solo a observar lo macro, lo universal, que por ser tal afecta e involucra a la humanidad toda, sino que nos obliga a detenernos por unos instantes para analizar nuestra personal marcha, para realizar esa obligada introspección donde el necesario auto análisis nos hará encontrarnos con nosotros mismos, tal cual si se tratara de un espejo, el que de forma mágica nos mostrará a nuestro mejor aliado para el camino por venir, al tiempo que nos dejará conocer al peor de nuestros enemigos, el que quizás, en el momento de mayor fragor, nos traicione…He ahí, nosotros mismos.
Al llegar a su fin este año 2015 y tras haber compartido con ustedes ríos de tinta descubriendo, analizando, reflexionando, compartiendo anhelos, alegrías y frustraciones; acompañándonos de alguna manera en esa búsqueda permanente que hace al inquieto peregrino que el creador hizo por poner en la cima de la creación, hacemos votos para que vuestro balance no esté tan en rojo como lo están los números de muchos gobiernos de nuestra región, que puedan permitirse la esperanza de poder armar el mejor equipo para emprender el año 2016 con aquellas ganas de quien se permite pensar que ha hecho las cosas lo mejor posible y por tanto, después de brindar y desearle lo mejor a sus familiares y amigos, se pongan en pie, sabiendo que a pesar de que a las doce de la noche del día 31 de diciembre se baje un telón, de forma inmediata seremos llamados a interpretar un nuevo acto que requerirá de nosotros la mayor atención, el mejor esfuerzo, el más profundo compromiso y dedicación, por nosotros y por los que marchan a nuestra vera.
Feliz año nuevo y que la vida nos encuentre de pie y a la orden en la trinchera en que nos toque pelear en el período próximo a iniciarse.