Me sorprendo yo mismo con la prisa del retorno, con la inmediatez de la vuelta, cuando aún el polvo del camino, no ha terminado de borrar nuestras huellas, cuando todavía no se han diluido en mi mente, las sombras largas de los porfiados báculos hundiéndose en el terreno.
Cuenta la leyenda que muerto el cacique de los Comechingones, en contienda en pos de la defensa de la integridad de su familia, cuyo nombre adoptó más tarde el famoso cerro, junto a él surgió majestuosa, una doble formación, un poco más baja que el Uritorco, alcanzando los 1400 mts aproximadamente y que según dicen los que saben, son las hijas del cacique muerto, su padre, de quien decidieron no separarse jamás y es por ello que se las ve ahí, gigantescas, maravillosas y silentes, junto a la cabeza yacente de su progenitor.
Tuve la oportunidad de ir hasta el lugar, recorriendo 23 kms a pie entre ida y regreso; ese día, por circunstancias que no vienen al caso, debí hacerlo solo, lo que me permitió una charla diferente con los elementos del entorno.
El gran portal de mármol con sus doncellas y los ciervos que custodian la entrada al camino de Las Gemelas, el extenso sendero polvoriento, la entrada a la estancia propiamente dicha, y más allá, la trepada por un camino plagado de curvas, piedras sueltas y exuberante follaje, nos hace pensar irremediablemente, que dado el esfuerzo que se nos pide si vamos a pie, el premio necesariamente habrá de ser importante.
¡Y vaya si lo fue!…Tan es así que me llevó al inmediato regreso, al retorno urgente….Cuando el espíritu habla, el resto de nuestro ser sólo debe observar y obrar según sus dictados.
Poco antes de arribar al parador que se ubica en la base misma, podremos apreciar a la izquierda un simil del camino del calvario o vía dolorosa, representado en sendas obras donadas por un escultor de la zona.
Aquí también, como en Los Terrones, me prometí retornar, y es lo que estoy haciendo ahora; muchas preguntas sin responder, mucha gente para seguir conociendo, muchas respuestas incompletas que deseo reformular para seguir andando por estos caminos que la vida persistentemente, pone ante mí.
Ese día los deseos de persistir en la marcha, de avanzar cerro arriba, de desentrañar los misterios que ellas encierran, y que tal vez por ser mujeres, la sociedad machista ha intentado acallar, se superpusieron al agotamiento, a la sed, a los deseos de sentarme bajo un árbol y tranquilamente tomarme una cerveza helada.
Si bien, dada la hora, fui amablemente observado por la responsable del sitio, pude subir, pude trepar hasta esas hermosas cumbres desde donde ellas, sus hijas, en aquietada paz, observan al Uritorco padre; allí medité, me reencontré y preparé mi corazón para la jornada siguiente donde trepando el Uritorco, debía en su cima, consagrar mi espada, La Tesonera.
¿Por qué retornar?….¿Por qué volver a sentir la misma fatiga, que ya no es igual?…Los círculos deben ser cerrados y si en la cima conversé con las deidades que allí habitan, el momento era ahora y no otro de ofrendar la espada que el magnífico cerro me permitió exaltar, al tiempo que intercambiar opiniones, conceptos del trazado de los caminos que hemos venido haciendo, ideas, puntos de vista y otras yerbas, con alguien importante que conocí en el lugar y quien me pidió mantener reservas, porque allí él y ella, no existen, aunque suelen ver el devenir del mundo desde una tan inexplicable como envidiable atalaya.
La vida de quienes hemos optado por seguir este tipo de veredas cuasi encriptadas, las que derivan entre la realidad y la leyenda, entre el presente y el pasado más lejano, entre lo tangible y lo etéreo, entre la cordura y la locura, se ve dificultada por momentos por estar imposibilitados de exponer, de aseverar, de aportar elementos que vuelvan creíbles y certeras las historias que narramos y los pasos que solemos seguir para construir nuestras verdades filosóficas.
No debemos olvidar que los caminos de la vida están trazados para cada uno, y que cada quien posee el suyo, siendo éste, único e intransferible y que sólo a partir del discurrir amigablemente por ellos, en armonía y paz, nos hará alcanzar la iluminación, y que el peregrinar esas veredas cargados de envidia, ira, intolerancia y orgullo, nos volverá miserables y huecos, viéndonos impedidos de formalizar alguna tertulia refrescante con ese que nos habita y que tanto tiene para decirnos.
Los invito a visitar el Uritorco, en definitiva es la estrella del lugar, él guarda la ciudad de Erk, pero cuidado, si se marchan del lugar sin ver en Las Gemelas, se habrán perdido de una parte importante, trascendente diría yo, de este viaje, portal al misticismo.
El que tenga ojos para ver….Que vea.