"Lo que hizo Chevron-Texaco en Ecuador es una impunidad deliberada; no son inocentes", afirma Rigoberta Menchú

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La líder indigenista guatemalteca se congratuló del mandato que le otorgaron las comunidades indígenas de Sucumbíos para que sea su voz en el mundo frente a la transnacional estadounidense Chevron-Texaco. Foto: Micaela Ayala/Andes
La líder indigenista guatemalteca se congratuló del mandato que le otorgaron las comunidades indígenas de Sucumbíos para que sea su voz en el mundo frente a la transnacional estadounidense Chevron-Texaco. Foto: Micaela Ayala/Andes

Quito, (Andes).- La líder indigenista guatemalteca Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz en 1992, había estado en por los menos dos ocasiones anteriores cuando llegó a Ecuador el pasado 2 de junio para una visita singular al pozo Aguarico 4, donde pudo palpar la contaminación dejada por la transnacional estadounidense Chevron, fusionada con Texaco desde 2001.
Una vez en Lago Agrio, donde calificó de “condenable” el desastre ecológico de esa empresa durante sus operaciones en Ecuador entre 1964 y 1990, Rigoberta rechazó los guantes que le ofrecieron para que pudiera evidenciar el crudo que flota en piscinas de esa reserva; hizo una breve ceremonia -según dijo- para pedir permiso y protección, y acto seguido sumergió sus dos manos en el lodo.
“No hay palabras”, dijo, y en su rostro era posible observar la consternación por tener el privilegio de pocos que saben de esta causa en el mundo de haber podido estar en este sitio y constatar la prueba del ecocidio en sus manos, luego de “teorizar el delito”, como mismo lo describió.
Preguntada en Lago Agrio qué le atrae de esta causa, afirmó: “soy una ciudadana del mundo” y “estos son los temas por los que siempre he luchado”.
La llegada de Menchú causó expectativa en este país, en medio de un proceso de apelación en La Haya frente a la compañía, que se niega a pagar 9.500 millones de dólares a unos 30.000 comuneros por la explotación de crudo en la provincia de Sucumbíos y ahora pretende de acusada convertirse en acusadora e imputa al Estado ecuatoriano para que pague su deuda con las víctimas en la región amazónica, alegando que este Estado certificó su accionar cuando terminó sus operaciones en 1990.
Entre sus proyecciones, la también Premio Príncipe de Asturias aspira a concretar la integración de un comité de personalidades, entre ellos varios colegas del Premio Nobel a quienes espera poder conversar de cerca durante el cumpleaños del Dalái Lama.
Poco antes de concluir esta visita a Ecuador, al que dijo solo un “hasta pronto”, Rigoberta Menchú conversó con periodistas de medios públicos acerca de esta causa que ha hecho suya y que piensa llevar hasta el final, hasta que las comunidades sean resarcidas con justicia. Andes reproduce fragmentos de esa entrevista.
¿Qué la motivó a venir a un campo contaminado por una petrolera transnacional?
Primero, un agradecimiento muy sincero al señor canciller Ricardo Patiño, quien desde el año pasado me invitó a estar cerca del proceso Chevron-Texaco, a conocer el expediente y los detalles del proceso por lo que ha pasado, especialmente la parte judicial, y faltaba venir al terreno para contactarse con las comunidades indígenas para ver la realidad y complementar realmente la visión personal de la situación. Llegar hasta allá con toda la expectativa que yo traía, y con todo el conocimiento del expediente, cuando uno conoce se imagina cómo son los hechos, los delitos, y cuando llegué quizás una persona como yo lo primero que siente es una profunda tristeza. En segundo lugar, es sorprendente, no tiene palabras, porque yo creo que la actitud y los hechos de Chevron-Texaco es premeditada. (…) Y creo que aquí hubo un intento de ocultamiento, y luego meter la mano en una suciedad como esta, que es una enfermedad también, da escalofrío, porque tú no sabes el impacto que hay en las vidas humanas, en las vidas naturales, en las vidas de las semillas. Para mí es una catarsis también de la idea que tenemos de que la tierra es nuestra Madre y de que nuestro oxígeno hace falta en el planeta y hoy por hoy la lucha por la calidad de vida no es de una comunidad indígena, sino de todo el planeta en su totalidad.
¿Qué le impactó más de esta visita al pozo Aguarico 4?
Me impactó como una especie de desprecio a la vida, porque eso se siente en los animalitos y en los renacuajos que se movían en el fondo de un aceite quemado. Siempre hay bichos que se adaptan de plano en esto, me impactó más el plomo. Me imagino que el agua que escurría al lado de los pozos, aparenta ser clara, pero cuando ve una hoja, el plomo y el aceite impregnado en esa hoja es demasiado fuerte. Me imagino yo en un estómago humano cómo podría actuar el plomo y también en un estómago animal, pero en general cómo será para las plantas y la flora como que las dimensiones son muchas y ojalá y esto se esclarezca; creo que hay un trabajo científico que hacer por muchos años futuros, no uno, aparte que se tiene que dar un fin el juicio y se tienen que resarcir los daños y recuperar daños, pero sí un estudio científico por más a largo plazo.
Rigoberta, sabemos que conversó con los comuneros, que a veces son la parte menos visible de este caso. ¿Quería informarse de primera mano con ellos?
Primero entender en qué tribunal está el asunto, quién generó la causa, y creo que lo más impactante de esto es una denuncia que ponen las comunidades indígenas y sus dirigentes. Muchas veces se piensa que se trata de una condena el Estado y el Estado reacciona; aquí es al revés. Es una lucha social que se convirtió en una agenda de Estado, y en ese sentido es muy importante, y luego cómo han actuado los tribunales ecuatorianos. Ya sabemos que en la arena internacional lo que hacen los tribunales es comprar la justicia es influenciar, chantajear, hacer lobby en la política y la justicia se politiza o se judicializa una política. Me impactó que el caso estuviera en el tribunal de arbitraje, porque eso no es una falta económica solamente, sino de profundas violaciones a derechos humanos y de la naturaleza, y que tiene que ver con la vida, no solamente con el precio de la vida, y más me impactó el hecho de que termina la Chevron-Texaco demandando al Estado ecuatoriano.
Hay que verlo en una dimensión de lo que es más allá, por lo que es soberanía, por lo que es pasar por encima de las normas nacionales, ya no se pasa por encima de lo que está viviendo la gente, sino también por encima de sus normas nacionales, ya no solo por encima de lo que vive la gente, sino de sus normas, entonces es demasiada osadía lo que hay en ese expediente. No había tenido la oportunidad de venir; porque siempre quería venir en un tiempo donde tuviera la oportunidad de hablar con los dirigentes comunitarios, porque normalmente te cuestionan tu legitimidad para hablar. Ustedes saben los poderes de las redes sociales y de la comunicación. Y dicen “Y a ti quién te nombró , por qué hace eso?, y a pesar de que soy dirigente maya, creo en el calendario maya, practico mi espiritualidad maya, y por obligación personal tendría que haberlo hecho; sin embargo, es importante respetar las voces de las comunidades y no saben la satisfacción que me dio la reunión con los mandatarios de las cinco nacionalidades indígenas de la zona, donde ellos no solamente expresaron directamente para decir gracias por venir, pero te mandatamos para esto, lleve nuestro voz en todos los lugres que vayas por el mundo, haga de esta agenda la suya. Yo como guatemalteca me emocionan estos temas que siempre he luchado por ellos, el recibir un mandato.
Chevron ha mostrado que es muy poderosa y hay medios de comunicación que replican su versión de su presencia en Ecuador
A mí no me preocupa eso, primeramente soy una mujer soberana, plena, mayor de edad y todo lo que hago lo hago es con pleno consentimiento y sentimiento. En los últimos tiempos ha habido alguna presión a mi persona y (…) afortunadamente yo no soy funcionaria de nadie, es decir de un organismo mundial, y (…) el Premio Nobel se me dio como un hecho simbólico. ¿Quién hizo la agenda del Premio Nobel?. Yo, con mi trabajo, con la gente con quien estoy, o sea tampoco podrían decir que me quiten el Premio Nobel, porque eso no se quita eso es de por vida, eso es vitalicio, de tal manera que lo único que tengo en este mundo, es la vida, y lo único que suplico es que aquella agresión que puede haber con voceros igual que dirigentes indígenas que luchan por la tierra y por una dignificación de sus derechos o ejercicio, pues que se les respete la vida.
Finalmente creo que es una lucha que sí que toca poderes, si tú no tienes, mis amigos, de Estado, ya te fregaste porque un día de esto te van a detener en una frontera, creo que es muy importante la voz que trascienda, es una voz que ha resistido, quizás desde el genocidio, el racismo, la discriminación, la estigmatización. Yo soy uno de los ejemplos de estigmatización en el planeta, que se hace a pueblos indígenas, se nos dice que somos unos resentidos y por eso no perdonamos el genocidio. No, señores, nunca, nunca vamos a perdonar delitos que atenten contra la dignidad humana, por ejemplo.
Esto, obviamente, lo que hizo aquí Chevron-Texaco es una impunidad deliberada, no son inocentes; recuerdo que desde 1960 existían tecnologías y corrientes en el mundo que ponían énfasis en el medio ambiente, la Madre naturaleza; la ONU ha dedicado cuantiosos recursos para promover el respeto al medio ambiente. Los países ricos del Norte de Europa han puesto énfasis en esto, aún cuando no entiendan la filosofía de una comunidad indígena de lo que representa la tierra, pero sí han hecho un compromiso de parar la avalancha de contaminación global en el planeta.
Confío que esta lucha es universal y me compete mientras yo pueda dar un mensaje o un apoyo directo con mi persona, por eso vendré un montón de veces a ver si hay una evolución, si hay algunas nuevas perspectivas de resarcimiento a las comunidades; creo que es importante que el Estado ecuatoriano haya tomado el tema por sus manos.
ar/yp/jb