Seguramente en otras partes del mundo habrá de existir esta u otra forma de decir para las personas que guardan tales características pero acá, en nuestro país es un pizarrero aquel que nunca habla de fútbol, llegando a expresar su manifiesto desinterés o desconocimiento del desarrollo del campeonato, pero el día que gana el cuadro del cual es simpatizante y seguramente no teníamos idea de que lo fuera, sale ataviado con la casaca del club, le gasta bromas a todo aquel que se le pone adelante y se torna fastidioso, aunque el día que le toque perder, nuevamente esgrimirá el concepto de que el fútbol no es lo suyo, que no le interesa, que le gustaba cuando era niño, pero ahora…
Al pizarrero le agrada sobremanera estar con el más fuerte, con el que se supone llevará la mejor parte; ocurre por ejemplo con la política, cuando las encuestas apuntan a un determinado candidato o partido político para darle como triunfador, el pizarrero se solaza esgrimiendo argumentos positivos respecto a su candidato, aseverando que desde la primera hora supo que ese era el hombre, él estará con el que seguramente se alzará con el poder y dejará lucir sobre su cuello o en las ventanillas del auto, la bandera partidaria, porque eso lo identifica y lo transforma en parte de los que van a ganar, es decir, él es parte de los que marchan en pos de la victoria, y así se lo hace saber a todos, aunque si surgiera un revés, un error en las encuestas y el opositor es quien se alza con la victoria, el pizarrero habrá guardado su bandera hace ya mucho y ante cualquier consulta aseverará que la política no es lo suyo, que si él no trabaja, nadie le traerá la comida; si en cambio llegara a ganar su Partido Político, se le verá radiante, desafiante, formando parte activa del numeroso grupo de fieles militantes, aunque meses después cuando la administración, ya en marcha obligue a impuestos o medidas de gobierno no siempre simpáticas, dirá que él no los votó.
El pizarrero se hace de pequeño, cuando por ejemplo jugando a la pelota en un campito, es elegido por un grupo de compañeros y si van perdiendo, no tiene reparos en pasarse para el otro bando, ya que con ello habrá saciado sus deseos de gritar algún gol, aunque con ello se gane algunas enemistades, o en la escuela procura colocarse en el grupo que con seguridad ganará la olimpiada del saber, aunque él no sea bueno ni en aritmética ni en gramática o geometría, pero estará allí, se habrá posicionado y se hará ver y se mostrará junto a ese grupo, aunque los del bando opuesto sean aquellos con quienes comparte merienda a diario.
Hay un viejo relato que expresa más o menos así, y refiere a un individuo que contaba a sus amigos que un día iba caminando por la vereda y se topa con una pelea callejera donde cuatro individuos le estaban propinando una golpiza a un joven; pensando inmediatamente, me meto, no me meto, me meto, no me meto… Y me metí y entre los cinco lo matamos a palos al desgraciado.
Preclara imagen del pizarrero que no escatima esfuerzos ni momentos para darse la oportunidad de congraciarse con el que destaca, con el que está por encima, por inteligencia o por fuerza y cuando lo ha logrado, se muestra radiante por sus supuestos logros.
El pizarrero es el que lejos de ser un líder, dando una imagen más de siervo que otra cosa, está presto a aplaudir como una foca si un grupo aúna esfuerzos e ingenio para castigar, ridiculizar o gastar alguna broma al chiquito del grupo, al lampiño, al tímido, al menos listo, llegando inclusive a meter una de su propia cosecha, pero cuidándose de no quedar expuesto, no vaya a ser que las circunstancias lo hagan alinear con el más desfavorecido.
El pizarrero suele ser un cobarde encubierto que no se anima a expresar sus ideas o su forma de ver la vida, no vaya a ser cosa que tales opiniones lo pongan en el punto de mira del que ostenta el poder, del que dirige o es el líder.
El pizarrero, al igual que el garronero, (otra forma de decir criolla y refiere al que aprovecha cualquier situación para lograr una ventaja, aunque en ello le vaya la tranquilidad o la integridad, a otro…), especie humana más o menos alineada por su forma de ver y pensar la vida, al pizarrero y que a medida que van creciendo en la vida incorporan cada vez más ese tópico tan deleznable en su personalidad que a la vez que le permite escalar pisando algunas cabezas y a la sombra del ala de algún jefe que ve en él un buen peón, lo expone, muchas veces sin que se percate, a transformarse por obsecuente, en la cosa a sacrificar para el caso que el poderoso junto al que se acurruca, deba buscar una solución o una salida a un problema dado.
Por ello vivan la integridad, la honestidad y limpieza de conciencia, puesto que ello nos permitirá, aunque nos toque perder, estar del lado del más débil o acompañar al golpeado, ser hombres verdaderamente libres.
José Luis Rondán
Taller de Arte “La Guarida” del artista plástico José L. Rondán
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