Siempre causan revuelo mediático y son temas de conversación las acciones “cómicas”, “erroneas”, “impasses”, “comentarios desafortunados” o “percances” que realiza el presidente chileno Sebastián Piñera en diferentes escenarios donde le ha tocado participar o brindar un discurso. Lo cierto es que no se sabe a qué responden estos hechos, si es un síntoma de olvido, un sesgo de nerviosismo o producto de la espontaneidad, no obstante lo claro es que las denominadas “piñericosas”, en alusión al popular personaje de historietas chilenas Condorito y sus “condoricosas”, vienen a representar acciones con un marcado impacto comunicacional, además de darle rapidez a la difusión masiva de la imagen del jefe de Estado.
Esta semana no fue la excepción, una vez más una “piñericosa” se produjo en la reunión que sostuvo el mandatario chileno con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca. En este contexto el jefe de Estado sudamericano sacó, para exhibir, una curiosa bandera de Estados Unidos, que en unos de sus fragmentos tenía una bandera chilena inserta. En el papel impreso se aprecia una bandera estadounidense grande, y una chilena pequeña, formada con una de las 50 estrellas que tiene la bandera norteamericana en la parte de la derecha, a la que se suma dos de sus 13 bandas: una blanca y una roja.
En otra oportunidad, a modo de ejemplo y con motivo de la presentación de los miembros de su futuro gabinete en el ex Congreso Nacional, el Mandatario destacó la importancia histórica del lugar en donde se encontraban. “Este maravilloso salón que ha sido testigo de etapas tan importantes de la historia de nuestro país…desde el cuadro en que Pedro de Valdivia”, dijo volteándose para ver la pintura que se situaba atrás del lugar donde entregaba el discurso, cuando se percató que la persona que estaba en el cuadro no era Pedro de Valdivia. “O Diego de Almagro. ¿Quién es?”, preguntó, provocando risas y aplausos entre los presentes.
Lo cierto es que si lo analizamos desde un plano más profundo, y siguiendo las teorías del investigador norteamericano de lingüística cognitiva George Lakoff, las acciones de Piñera pueden estar relacionadas con una estrategia de comunicación política para conectar con el elector emocionalmente e impulsar la vinculación del Mandatario con la sociedad por medio del humor y de un plano mucho más “terrenal” de un político que se encuentra en las cúpulas de gobierno, muchas veces inalcanzables para el común de la gente. Investigaciones en neurociencias cognitivas afirman que reírse genera endorfinas, las cuales tienen la función de disminuir el dolor y permitir relajarse. A la vez, si estamos de buen humor, se presta más atención a ciertas cosas, se perciben más detalles, al tiempo que el cerebro almacena más información.
Los actos de Piñera reflejan parte de la identidad chilena, “el Condorito que tienen todos”, “el plop”, “el ajuste de medio pelo”, el que siempre “al último minuto le hacen el gol”, el “jugamos como nunca, perdimos como siempre”, “el chiste en el funeral”, al que “se le da vuelta el vaso de agua en la reunión de ejecutivos”, al que “no le funciona el power point en la presentación” lo que hace generar empatía de forma inconsciente con los electores, sacar risas y enfados, pero al final posicionarlo mediáticamente en la mente del votante.
A nivel inconsciente estas acciones se posicionan como cuando se dice “no pienses en el elefante azul”, vale decir, que al nombrar estas palabras, automáticamente se viene la imagen del “elefante azul”, aún cuando la orden es la contraria. Dicho de otra forma, los hechos humorísticos de Piñera vienen a recordar en el cerebro del votante y a nivel inconsciente los chascarros que viven muchos chilenos a diario, así mismo a las nombradas historietas de Condorito tan representativas del carácter e identidad colectiva nacional, ya que nuestro sentido común está determinado por los marcos que adquirimos inconscientemente. Esto lo reafirma las investigaciones de la ciencia cognitiva la que ha demostrado que gran parte del pensamiento es inconsciente.
Entre los enfados de la gente de izquierda por el bochorno y las risas de sus seguidores de derecha, el líder político posiciona su imagen en los medios de comunicación y redes sociales hasta llegar a la mesa de las familias chilenas, pues, la estrategia hace que se abra el debate en torno al líder político dentro de un grupo, muchas veces pasivo en el campo de la política, votantes indecisos o los definidos por Lakoff como los biconceptuales, es decir personas que son conservadoras en algunos aspectos de la vida y progresistas, entre otros segmentos de la población no politizados o a fines con una ideología o partido político.
Ante esto y siguiendo a George Lakoff, los detractores de Piñera caen en lo que él autor denomina “la trampa del racionalismo.” , ya que los progresistas creen que los hechos – en este caso negativo- convencen por sí solos a los electores, pues los electores son “racionales” y deciden su voto en función de las propuestas y de sus propios intereses. También creen que basta con negar este hecho para contrarrestarlo, no obstante al negarlo lo hacemos presente en la mente de los ciudadanos, además de activar y reforzar el marco o frame.
En este plano, al ser un elemento chistoso, que atribuye o relaciona – en muchas ocasiones- al personaje de historietas Condorito, el cual sus aventuras están posicionadas y arraigadas en la mente de todos los chilenos de diversas generaciones, se transforman en la piedra angular de un frame o marco de acción y comunicación, ya que los electores toman sus decisiones en base a los marcos que tiene arraigados, por ende, Piñera lo que hace es activar estos marcos. Por lo general, la activación de los marcos es inconsciente y automática; las personas lo utilizan sin darse cuenta.
La cultura consciente representa un sistema integrado donde cada persona se caracteriza por su independencia e integración, individualidad y unidad que lo hacen interpretar la realidad de forma única. Según Lakoff esta interpretación de la realidad está definida por estos frames o marcos que en si son estructuras mentales que le permiten al ser humano entender la realidad y, a veces, crear lo que se entiende por realidad.
Los marcos necesitan del lenguaje, pues a través de éste se dan a conocer, se instauran, socializan y convierten en sentido común. Según explica Lakoff, todas las palabras se definen en relación a marcos conceptuales. Cuando se oye una palabra, se activa en el cerebro su marco (o su colección de marcos).
Esta idea cobra especial relevancia al ser los medios de comunicación los generadores de ideas y postulados por medio de una rápida transmisión de mensajes y los acontecimientos noticiosos sistematizados, los que delimita la realidad a la que se tiene acceso, limitando la percepción de otra realidad diferente y centrando la atención en un fragmento específico. En este caso el posicionamiento de Piñera en una oleada sin pausa de mensajes en los medios de comunicación, redes sociales y Whats App a fin de conseguir una conexión con los electores e internautas a nivel emocional.
Por Andrés Fredericksen @fredericksen_a
DEA del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la U. Pontificia de Salamanca.
Máster en neurociencias cognitivas aplicadas a la empresa por la U. Rey Juan Carlos de Madrid.
Máster en estudios avanzados de comunicación política por la universidad Complutense de Madrid.