Charlas en un Bar del Mercado del Puerto – Cuento

Charlas de amigos.

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Bar del Mercado del Puerto- Montevideo, Uruguay.

Por: Luis Jaunsolo

— Por favor, un macchiato y un cortado, le pedíamos al mozo venezolano que nos atendía.

Mientras esperábamos el pedido, fumábamos un cigarrillo en una de las mesas ubicadas en la vereda del bar de la esquina de la peatonal Perez Castellanos y la Rambla Portuaria.

Habíamos adoptado el lugar como propio, durante varios años nos juntábamos luego del horario de trabajo para charlar de cualquier cosa, propias y ajenas, el lugar frente al puerto de Montevideo nos invitaba a recordar mil anécdotas y conversar con infinidad de conocidos, de uno o el otro, que por allí pasaban.

Aduaneros, Despachantes de Aduana, Marinos, comerciantes del Mercado del Puerto, Agentes Marítimos, lustrabotas, músicos, turistas. etc.

Cada uno aportaba una anécdota, un tema o recuerdo, pues gran parte de nuestras vidas estuvieron ligadas a ellos por nuestras actividades marítimo-portuarias;

Pero cada vez que nos juntábamos algo de nuestro interior, oculto para el resto de los mortales, afloraba mágicamente reviviendo momentos, lugares, personas queridas y de las otras, que fueron actores de la composición de la producción de nuestras vidas.

Mas de cuarenta años nos unían, ¨Cardo¨, mi amigo, cómo lo llamaban en su familia es periodista y escritor, un eterno soñador y bohemio, con una forma de ser decorada por su buen humor y elocuencia, con voz de locutor radial, aunque sin darse cuenta, creo, en el desarrollo de su conversación se le traban algunas vocales.

— No le vayas a decir a nadie mi sobrenombre, me dijo cuando me contó sobre su apodo familiar.

— ¿Porque te llamaban así?, le pregunté cuando me hizo esa confesión.

— Mi abuela Sofia, cuando era chico vivía con nosotros, comenzó a contarme, mi primer nombre era el mismo que el de su hijo fallecido, tío mío, trayéndole un doloroso recuerdo cuando me llamaban por mi nombre.

— Mi hermano mayor, siempre dispuesto a molestarme y hacer méritos con nuestra abuela, tomó las dos silabas finales de mi segundo nombre: ¨Ricardo¨ y desde ese momento pasé a ser ´Cardo¨ en mi familia, cosa que nunca me satisfizo.

Inmediata y automáticamente como al descuido, mirando hacia el Puerto, ilustro a un nuevo personaje para mi desconocido, el culpable de haber tenido que portar un apodo no deseado.

Comenzó a contarme: — mi tío, el que tenía mi nombre, fue periodista en el Diario La Mañana, en Radio Carve y otros medios, muy reconocido en su época, hombre de la noche y la bohemia. Entre sus amigos se encontraba el famoso Pintín Castellanos[1] que, en una noche de copas, le comento que al otro día concurriría al puerto de Montevideo y se subiría a una de las grúas y desde allí se tiraría al agua, por lo que mando un fotógrafo del medio grafico en el que trabajaba para registrar el hecho.

Agregando: — en esa época todavía no existían los contenedores, por lo que la carga y descarga de los buques era a granel, la grúa que eligió Pintín estaba descargando varillas metálicas por lo que ante el peligro de que al zambullirse perdiera la vida con alguna pieza de metal que habían caído al agua, trajo aparejado que el musico y sus acompañantes fueron detenidos por la Prefectura Naval.

A la historia anterior se sumaron en esa época en nuestro boliche de encuentros, las del Vapor de la Carrera, la llegada de Wilson Ferreira Aldunate e infinidad de conversaciones siempre dadas a la producción de espacios infinitos[2], a los argumentos y la multitud de figurantes.

Al decir de Antonio Machado, ¨todo pasa y todo queda…¨, esos momentos se fueron diluyendo, nuestro querido bar cerro sus puertas y nuestras vidas fueron cambiando, no así nuestra amistad, que perdura y se robustece con sueños casi oníricos que normalmente no se vuelven realidad, pero nos alimenta la esperanza de un futuro mejor y nos hace reír de nosotros mismos ante el fracaso, pues realmente, ya superamos la necesidad del éxito y la fama.

[1] Horacio Antonio Castellanos Alves, conocido con el apodo de Pintín Castellanos, pianista, compositor, letrista y director de orquesta dedicado al género del tango. Fue uno de los últimos grandes compositores de tangos uruguayo, tuvo continuos éxitos y su tema ¨La puñalada¨, fue su máxima creación. Grabada como milonga por primera vez en 1937 por el maestro argentino Juan D’Arienzo, se vendieron de ella 20 millones de discos.

[2] La producción del espacio es un concepto de Henri Lefebvre que propone concebir el espacio como el resultado de la acción social, las prácticas, las relaciones y las experiencias sociales.