Nuestro adversario en 2024 (I)

En esta entrega queremos comentar un concepto incluido en aquellas Bases Programáticas de 1971 que encontramos expresado al final de su párrafo 19): “Integrar a las Fuerzas Armadas en el proceso de liberación nacional y desarrollo económico, social y cultural del país”

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Por Juan Pedro Arocena.-

El revés electoral que sufrió en 2019 parece haber puesto freno a lo que desde su fundación en 1971 hasta su triunfo en primera vuelta en 2004 se nos había presentado como una carrera electoral meteórica. En efecto, en ese período el Frente Amplio pasó de su modesto 18.3% inicial al 50.45% (51.67% si tomamos la coalición ampliada con el EP y la NM) de los votos emitidos en lo que fue su primera victoria en 2004. Los cambios no fueron sólo cuantitativos, también se modificó el peso relativo de sus diferentes orientaciones ideológicas hacia la interna de la coalición. Los grupos de orientación marxista (el FIDEL, el PS y la lista 4190 de Erro, que nucleó los votos del 26 de Marzo y la izquierda independiente) fueron un 56% del total en 1971. Hoy, si tomamos a la Vertiente Artiguista (heredera de los G.A.U., movimiento fundado por Héctor Rodríguez de clara definición leninista), el PS, el PCU y el MPP, el marxismo acapara el 85% de las adhesiones electorales de las izquierdas frenteamplistas. Pero bueno es también decir que mientras en 1971 vivíamos el auge de la insurrección marxista en su más pura ortodoxia, en nuestros días asistimos a la era posmarxista. Los contenidos de una doctrina que trata de evitar su muerte mutando, son sensiblemente más escurridizos que los de su versión original y a modo de anticipo podríamos decir que en ellos, las propuestas “antisistema” han cedido terreno ante otras que derivan en la “disfunción del sistema”. Como si al hacerlo funcionar mal, se lograran corroborar en la práctica las contradicciones que desde un principio la doctrina señaló como inherentes al sistema.

Las “Bases Programáticas” de 1971 expresaban claramente un programa antioligárquico, aintiimperialista y de liberación nacional en clara sintonía con el mensaje de “…obtener su liberación política, económica y social…” de la “Primera Conferencia de Solidaridad de los pueblos de Asia, África y América” (la “Tricontinental”) llevada a cabo en La Habana entre el 3 y el 14 de enero de 1966. En esas bases de 1971, se proponía en síntesis la reforma agraria, la nacionalización de la banca, del comercio exterior y de la industria frigorífica. En el documento que ha dado a conocer el FA en 2023 llamado “UN PROGRAMA PARA URUGUAY” “PROPUESTA BASES PROGRAMÁTICAS 2025-2030”, no encontraremos ni una sola vez imperialismo, oligarquía, nacionalización, liberación. Dejaremos para sucesivas entregas la descripción de nuestro metamorfoseado adversario, menos violento y radical, pero tan peligroso y dañino como el de su versión original.

En esta entrega queremos comentar un concepto incluido en aquellas Bases Programáticas de 1971 que encontramos expresado al final de su párrafo 19): “Integrar a las Fuerzas Armadas en el proceso de liberación nacional y desarrollo económico, social y cultural del país”

Pongamos esta frase en su debido contexto. Acaparando el liderazgo de los movimientos anticolonialistas que se desarrollaban en los territorios que hasta el fin de la segunda guerra mundial se habían mantenido como colonias de las grandes potencias occidentales, en los años sesenta, el comunismo avanzaba en el planeta. Pero el territorio latinoamericano había conseguido su independencia, del dominio español y portugués en el siglo XIX. Se hacía necesario por lo tanto replicar las exitosas experiencias de los frentes de liberación nacional nacidos en la lucha anticolonial, para no dejar fuera de la revolución internacional a aquellos países que, con más de un siglo de vida independiente, se consideraba que igualmente sufrían la opresión imperialista. De allí ese concepto mucho más difuso de “liberación nacional”, aplicable a los frentes insurreccionales que se organizaran en naciones independientes y para las cuales la lucha armada quedaba legitimada y promovida a partir de la doctrina plasmada en el texto de la declaración de la Tricontinental. En Uruguay, no por casualidad un grupo informal que se había dedicado a desarrollar la acción directa desde 1962, sesionaba también en enero de 1966 en su primera Convención Nacional. En ella, se aprobó el “Documento No. 1”, que le daba el nombre a la organización: Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros (MLNT). 

Cinco años más tarde desde la trinchera legal, el Frente Amplio proponía otro tanto en sus Bases Programáticas procurando comprometer en ese proceso de “liberación nacional” a nuestras FFAA. Congruentes con este postulado de febrero de 1971, apenas dos años más tarde, apoyarían los comunicados 4 y 7 que marcaron en realidad el verdadero inicio de la dictadura. Por cierto, el actual Frente Amplio dista mucho del de entonces, pero en muchas de sus cabezas pensantes, además de las canas, perviven estas primigenias inclinaciones.