Por Raúl Vallarino.-
El presidente argentino, Alberto Fernández, ha vuelto a errar en sus conceptos sobre la economía de la región, porque ni siquiera puede controlar la de su país pero “aconseja” lo que deben hacer los gobiernos socios del Mercosur en esa materia.
En una reunión este miércoles con el expresidente de Uruguay, José Mujica, en la residencia de Olivos en Buenos Aires, Fernández ha vuelto a mostrar que vive en un mundo paralelo al asegurar que “Debemos corregir en el Mercosur las asimetrías, ése es el esfuerzo común que tenemos que hacer” y agregó, que debe encontrarse la manera de que Uruguay y Paraguay “puedan desarrollarse con sus propias industrias y puedan ser complementos de las industrias que se desarrollan en Argentina y Brasil”.
El mensaje de “complementos”, no deja de ser una mirada descalificadora sobre los otros dos socios del Mercosur, porque en el caso uruguayo, Uruguay está capacitado por si mismo para encarar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China, algo a lo que Argentina se opone. Quiere, Fernández, que solo sean “complementos”.
Lo que diga el mandatario argentino- en otro de sus tantos desvaríos- no puede ser tomado en cuenta porque no tiene autoridad para aconsejar a los vecinos, cuando su gobierno no puede frenar la inflación que trepó a 102,5% y es la más alta en 32 años.
Tampoco puede hablar sobre el hambre, ya que aumentaron a más de 18 millones los argentinos que viven bajo la línea de pobreza y casi cinco millones en la indigencia, de acuerdo a datos oficiales.
Como con condescendencia a Uruguay y Paraguay dijo que deben crearse “cadenas de valor en la región donde todos ganemos, no donde ganemos algunos y a otros les pese tanto poder crecer”, consideró Fernández, sin entender que según informe el Banco Mundial, la proyección de crecimiento para la Argentina se redujo al 0% desde el 2% para 2023, mientras pide a gritos que el FMI le otorgue más créditos.
Datos de la inflación en los países del Mercosur
Cuando el Covid19 arreciaba en Argentina
No se pueden tomar en cuenta las palabras de Fernández, si en el peor momento de la pandemia de coronavirus, aseguraba: “No quiero pensar qué sería de mi conciencia si dejara que murieran 40 mil personas. No duermo más, no vivo más en paz”, pero murieron 130 mil argentinos por el flagelo, mientras el presidente permitía que los amigos del poder se robaran las vacunas y se inocularan las dosis, antes que la población de riesgo.
Como disculpa sobre quienes tuvieron privilegios para vacunarse, el mandatario dijo algo vergonzoso: “Terminemos con la payasada, no existe un delito por vacunar a alguien que se adelantó en la fila”.
Paralelamente, hoy la Argentina padece uno de los mayores picos de inseguridad ciudadana, mientras la delincuencia campea a sus anchas, roba y mata a los ciudadanos desprotegidos, sin respuestas de los gobernantes.
Los “consejos” de Fernández no son de recibo…