Crítican a Lula por ignorar la violencia en la que vive una favela y no hablar de la realidad

Para muchos de los presentes, falta en el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) un discurso más acentuado en materia de seguridad pública,

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Lula en caminata por la favela del Complexo do Alemão

El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) visitó este miércoles el Complexo do Alemão en Río de Janeiro, su primera visita a una favela a lo largo de toda la campaña electoral, y durante su discurso apenas habló de la violencia con la que conviven diariamente sus vecinos.

“No será la policía la que resuelva los problemas de la comunidad, sino el Estado haciendo lo que tiene que hacer: invertir en educación, salud, ocio y cultura para sus habitantes”, dijo Lula, apoyado por diputados, activistas y líderes de movimientos sociales.

Esa fue una de las pocas menciones al problema de la violencia en barrios como el Alemão, dominados por el narcotráfico y donde las operaciones policiales suelen acabar con matanzas de decenas de personas.

Lula, quien competirá en segunda vuelta el 30 de este mes contra el presidente Jair Bolsonaro, apenas habló de los tiroteos o balas perdidas que condicionan el día a día de los miles de seguidores que acudieron a verle, pero en cambio sí tuvo tiempo de detenerse en problemas a priori más lejanos, como la deforestación de la Amazonía o el precio del petróleo.

Para muchos de los presentes, falta en el Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) un discurso más acentuado en materia de seguridad pública, una agenda donde la derecha se siente más cómoda.

DROGAS

“A veces sólo hay un discurso”, lamentaba, en declaraciones a la Agencia Sputnik, Thiago Lopes, un profesor del Alemão, quien cree que el debate sobre seguridad pública debería ir más allá de la policía y entrar en la despenalización de las drogas.

En su opinión, la legalización de las drogas, que no está en el programa de Lula y en cualquier caso se antoja imposible con el conservadurismo dominando el Congreso Nacional, acabaría con la “guerra idiota” que provoca decenas de miles de muertos cada año en todo el país sin ningún resultado práctico.

Lula no tocó este espinoso asunto y se limitó a condenar rápidamente la truculencia de algunas operaciones policiales, a pesar de que durante los gobiernos del PT fue cuando el Ejército realizó impactantes operaciones en las favelas de Río para expulsar a los narcotraficantes.

Esas operaciones militares, enmarcadas en una política de “pacificación” de las favelas que no funcionó, provocaron fuertes críticas entre los activistas en favor de los derechos humanos. Muchos de ellos pasaron por alto esas críticas al PT y estuvieron apoyando a Lula porque consideran que lo que propone el presidente Bolsonaro es peor.

“Eso de matar pobres no es la solución, no acaba con el crimen. Nadie va a investigar de dónde llegan las armas, cómo están las fronteras… Hay que ver el origen del problema”, decía Maria Rosa Balman, una farmacéutica que aunque confesaba ser fanática de Lula decía que la políticas de seguridad “quizá son el punto débil del PT”.

En sus discursos, videos y entrevistas, que se cuentan por cientos en lo que va de campaña, Lula suele pasar de puntillas por el tema de la violencia, a pesar de que el país registró el año pasado más de 41.000 muertes y está entre los ocho más peligrosos del mundo, según el Forum de Seguridad Pública.

Bolsonaro promete mando dura contra el crimen, aumentar penas y facilitar el porte de armas. Es una propuesta que puede gustar más o menos, pero que las personas identifican con facilidad. Las ideas de Lula para luchar contra la violencia son bastante difusas y casi siempre están vinculadas a la lucha contra la desigualdad.

Cuanto menos pobres, menos necesidad de cometer delitos, es la idea que subyace en sus discursos. No obstante, los expertos señalan que el número de homicidios en Brasil está muy vinculado a las luchas territoriales de las diferentes facciones del narcotráfico y a la propia violencia de la policía. (Sputnik)