Jorge Basur.-
Wilson Ferreira Aldunate fue sin dudas el último gran caudillo que tuvo el Partido Nacional y un referente indiscutible de la historia política del Uruguay de los últimos 50 años.
Nacido en la localidad de Nico Pérez en el departamento de Lavalleja, el 28 de enero de 1919, llegó a ser uno de los políticos que sacudió con sus discursos de equidad social, masas populares nunca vistas en las campañas electorales del Uruguay.
Sufrió las consecuencias del período de facto y si bien nunca logró ganar la Presidencia de su país, sus ideales y convicciones, edificaron la solidez de una figura querida y respetada, incluso fuera de fronteras.
El inicio de Wilson Ferreira en la actividad política se dio desde muy joven, Wilson conoció la dictadura de Gabriel Terra siendo un niño de 14 años. El golpe de Estado de 1933 lo sorprendió al poco tiempo de que su familia se trasladara desde Melo a Montevideo. Esta circunstancia dio lugar a la temprana militancia política de Wilson, estudiante en el liceo Rodó, y a su posterior acercamiento a Carlos Quijano y su Agrupación Nacionalista Demócrata Social entre 1937 y 1942, escribiendo en “Marcha” sobre numerosos temas, entre los que destacan sus críticas cinematográficas. También desde “Marcha” participó en actividades a favor de la República Española. Estos años de su adolescencia y primera juventud marcaran profundamente lo que fue su posterior actividad política, y allí encontramos algunas de las claves de un pensamiento particular. Es posible que el haber vivido tempranamente una dictadura, lo haya preparado para enfrentar decididamente aquella otra dictadura que lo golpearía a los 54 años de edad. Fue miembro del gremio estudiantil en la Facultad de Derecho. Pero, ya era parte de la juventud nacionalista, donde emergió su personalidad política y comenzó a pesar en la dirigencia nacionalista sus discursos pese a su corta edad.
En 1954 ingresa al Parlamento como suplente de Washington Beltrán Mullin, por el término de seis meses.
Trabajó activamente para las elecciones de 1954, pero entre 1955 y 1958 nunca ingresó a la Cámara, sino que se dedicó a las tareas de campo.
En 1958 el Partido Nacional ganó las elecciones y pasó a ocupar una banca en la Cámara de Diputados, por el departamento de Colonia.
Cuatro años más tarde en las elecciones de 1962 fue electo senador, pero culminó ese año asumiendo como ministro de Ganadería y Agricultura.
Durante su gestión creó la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico (CIDE), que realizó el primer diagnóstico integral de la sociedad uruguaya y formuló un proyecto de reforma agraria.
Durante el periodo que fue de 1966 a 1971 ocupo una banca en el senado por el Movimiento Por la Patria, llevando a cabo una labor incansable con varias interpelaciones a ministros de la oposición colorada. Actividad que le llevo a ser conocido como el fiscal de la nación.
En ese mismo tiempo el país vivía un clima de violencia social y política, Wilson Ferreira se presentó a las elecciones presidenciales de 1971 por el movimiento “Por la Patria” y el “Movimiento Nacional de Rocha”, representado por el candidato a la Vicepresidencia el también senador Carlos Julio Pereyra.
El Partido Colorado fue declarado ganador por 12.802 votos, pero el Partido Nacional denunció ante la Corte Electoral gravísimas irregularidades; entre otras, que hubo más votos que votantes en 211 de los 2.744 circuitos de Montevideo y que, luego de la votación, cuando las urnas debían ser llevadas al Cilindro Municipal para su protección, al menos un centenar de ellas llegaron con 70 días de retraso respecto de las otras, sin candado y abiertas. Previo a ser depositadas en el Cilindro, habían sido llevadas a cuarteles del interior del país.
Por estas y otras razones, el Partido Nacional lanzó acusaciones de fraude.
La Corte Electoral, integrada mayormente por el Partido Colorado, anunció una investigación y declaró que sólo en 49 circuitos hubo votos en exceso y que éstos eran solamente 121, lo cual no alteraba los resultados. De la misma resulto ganador Juan María Bordaberry ya que en ese momento se votaba por una reforma constitucional para obtener la reelección del entonces presidente Jorge Pacheco Areco. Los años venideros llevaron a Uruguay a estar inmerso en una escalada creciente de hechos políticos que terminan con el 27 de junio de 1973, el gobierno del presidente Juan María Bordaberry acompañado de la cúpula militar disolvió las cámaras. Esa misma noche previa al golpe el Senado se reunió en sesión extraordinaria cinco minutos antes de la medianoche, allí se escucharon los últimos discursos con los cuales se cerrarían 31 años de democracia ininterrumpida en el país. El entonces senador Wilson Ferreira Aldunate dijo entonces, las históricas palabras:
“Me perdonarán que yo, antes de retirarme de sala, arroje al rostro de los autores de este atentado el nombre de su más radical e irreconciliable enemigo, que será, no tengan la menor duda, el vengador de la República: ¡Viva el Partido Nacional!”
En el año 1976, exiliado ya en Argentina, salvó su vida cuando un escuadrón militar secuestró y asesinó en Buenos Aires al senador Zelmar Michelini y al diputado Héctor Gutiérrez Ruiz.
Se refugió entonces en la Embajada de Austria e inició un duro combate internacional contra el régimen militar, durante el cual pronunció discursos ante las cortes españolas y el Senado norteamericano que significaron el cambio radical de la imagen internacional del país; pasando de ser considerado “la Suiza de América” a ser catalogado como una más de las dictaduras tercermundistas de América Latina.
El 16 de junio de 1984 Wilson Ferreira retornó de su exilio cruzando el Río de la Plata, desde Buenos Aires en el mítico vapor de la carrera “Ciudad de Mar del Plata II”, en una travesía coordinada y dirigida por Raúl Vallarino.
Entre los pasajeros que lo acompañaban se encontraban entre muchos, Germán Araújo, José Claudio Williman, Alberto Volonté, Juan Martín Posadas, Luis Alberto Lacalle Herrera, Pablo Iturralde, Consuelo Berhens de Antia, Alfredo Antia, Gonzalo Aguirre, Walter Santoro, Ana Lía Piñeyrúa, Carlos Julio Pereyra, Wilson Elso Goñi, Alem García, Matilde Rodríguez Larreta, Ignacio de Posadas, el escritor Enrique Estrázulas, el cantante Pablo Estramín y la familia del caudillo nacionalista.
En un dispositivo de guerra para impedir el contacto del líder con la multitud que lo esperaba, y ante insistentes rumores que presagiaban una revuelta civil, fue apresado por los militares y trasladado en helicóptero hasta el cuartel de Trinidad, donde permaneció encarcelado durante toda la campaña electoral que restableció la democracia. Fue excluido de participar en las elecciones, según se había acordado en el Pacto del Club Naval. Este acuerdo, celebrado por los militares, el Partido Colorado, el Frente Amplio y la Unión Cívica, sentó las reglas de juego para el retorno a la vida democrática, que incluían la proscripción de varios políticos cuyas candidaturas eran resistidas por los militares. Liberado el 30 de noviembre de 1984, una caravana multitudinaria lo condujo hasta Montevideo.
Entrada la madrugada del 1 de diciembre, Wilson Ferreira llegó a la Explanada Municipal montevideana, donde el Partido Nacional había organizado un acto de bienvenida al que se sumaron simpatizantes de todas las esferas políticas. Fue una de las concentraciones políticas más recordadas de la historia uruguaya. Quiso el destino que cuando se había ubicado sin discusiones como el futuro Presidente de la República, una terrible enfermedad le arrebatara la vida. En la madrugada del 15 de marzo de 1988 dejó de existir y hasta el otro día una capilla ardiente en el Salón de los pasos perdidos del Palacio Legislativo veló sus restos, donde se hizo presente una multitud muy pocas veces vista en el país. Fue llevado en cortejo acompañado por multitudes hasta el cementerio del Buceo donde descansa.