Por Paco Tilla.-
“La vida es un carnaval”, la canción que popularizó la recordada Celia Cruz, sirve como preámbulo del comentario que leerán a continuación.
Lo mío puede ser el mismo caso de muchos uruguayos con hijos, que paga mensualmente -con sacrificios- las facturas de Antel.
Para evitar los gastos desmedidos, cancelé el servicio de telefonía fija y el histórico aparato que tuvimos en casa toda la vida fue suplantado por los celulares. (uno para cada una de mis dos hijas -de última generación como me exigieron, con todas las prestaciones para no quedar mal frente a sus amistades, otro, no tan moderno para mi mujer y uno de los más baratos para mí, que no tengo que hacer ostentación y ya estoy veterano).
Ahora bien, lo que pensaba que iba a ser una economía, resultó que termino pagando mensualmente mucho más que lo se gastaba con el fijo, pero no importa, lo asumí y lo pago. La familia es la familia.
Lo que no puedo asumir es que con parte de lo que el cliente paga en su factura, Antel financia el carnaval y las murgas que ya hace tiempo dejaron de ser un espectáculo de entretenimiento para todos para convertirse en conjuntos dedicados a enviar el mensaje ideológico para un solo sector de la población.
Entonces leo declaraciones en la prensa donde un dirigente del carnaval explica que “Antel da 200 mil a cada conjunto y después da plata para Daecpu (Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay), para desfiles, rondamomo, aporta mucho dinero. La intendencia aporta relativamente, no mucho. La Intendencia (de Montevideo) nos da el Teatro de Verano y lo cobra, nos sale 70 mil dólares”.
Pero eso no es todo, también Antel aporta en costosa publicidad para los equipos del fútbol uruguayo, en una cifra que no se conoce y que da miedo pensar.
Finalmente; si yo no pago en fecha me cortan los servicios y me pregunto si todo ese superávit que tuvo el ente estatal en los últimos años, como el inexplicable gasto en la caprichosa construcción del Antel Arena, se hubiera volcado en rebajar las tarifas y en poner al día al hospital de Clínicas, al que le negó ayudas; lo pagaría con gusto, pero no me siento en condiciones de seguir, como la mayoría de los uruguayos trabajadores, bancando al carnaval y al fútbol.