La Democracia

Por L. Rondán - especial para ICN Diario

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Interpretación gráfica L. Rondán

Cuando un pueblo concurre a las urnas, cuando su gente se levanta temprano, acomoda apenas la casa y se lanza a la calle credencial en mano, no es él quien lo hace;  no es el individuo y su voluntad,  para mí,  quien sale a la calle ese día es la soberanía, la Democracia en forma de humano, quien así revestido, es la esencia misma de la libertad, quien atesora esperanzas y sueños, anhelos, proyectos, y en su mágico impulso, lo echa todo en la estrecha boca de la urna, casi siempre, ante la mirada atenta de sus compatriotas, quienes al igual que él o ella, observan expectantes a que ese voto sea el correcto, el que haga la diferencia para alcanzar la concreción de tantas expectativas.

Nuestro querido URUGUAY ha transitado caminos de toda índole para llegar hasta acá; ha vivido buenos tiempos y zozobras, días calmos y tempestades, felicidades y angustias y de todo emergió llegado el momento, con renovados bríos;  fuerte, entero, y con la mente clara de cual era su destino, pues esos caminos sinuosos solo habrían de dejarle más sabiduría, permitiéndole crecer como Nación y haciendo madurar a su pueblo.

Desde los albores hasta hoy; desde Artigas hasta Tabaré, desde Salsipuedes a  Lacalle, desde la Heroica Paysandú hasta Sanguinetti, desde Masoller a Mujica, desde la guerra de la Triple Alianza hasta Wilson, desde Terra hasta el 73, desde el Graf spee hasta la toma de Pando, desde la fiebre amarilla al COVID 19, desde Lacalle padre a Lacalle hijo, nuestro actual Presidente,  todo lo llevó a forjarse, a recomponer, a reagruparse, a transformarse, a reinventarse como país pequeño entre gigantes;  a caer y volver a ponerse en pie. Todo lo llevó a creer y descreer, a sonreír sin ganas, a llorar de alegría, a gozar en silencio, a dormir a sobresaltos, a desandar tramos, a apurar el paso….

La Democracia, esa imperfecta manera de vivir en el compromiso de dejar espacios,   de gritar sin ser reprimidos o de defender a ultranza la posibilidad de hacer saber las opiniones, propias o ajenas, siempre en base al respeto, suele buscar su fortaleza a través de mecanismos legales que le permite articular las diferencias para la construcción en paz.

La Democracia,  ese viejo sistema que hace a la forma de vivir de un país, que si bien posee sus imperfecciones, sus debilidades,  nos   permite respirar el tenue y fresco aire de la libertad, debería en ámbitos como el Parlamento Nacional,  ser cuidada, mimada y sobre todo respetada, evitando la chabacanería, la estupidez, la vacuidad en la oratoria, pues el Parlamentario debe ser un legítimo  productor de opiniones y guía segura de sus votantes,  y no el hazme reír del pueblo, tal cual ha ocurrido en lo últimos días donde la ignorancia de la mano de la idiotez, vueltas palabras, aprovecharon que el cerebro había salido a dar una vuelta, para lucirse en el hemiciclo.

L. RONDÁN