Caminar por las calles de Montevideo ha dejado de ser un paseo para convertirse en un trágico espectáculo en el que los pequeños campamentos, las sábanas de cartón, los restos de una pequeña fogata o las frazadas viejas rodean a hombres, mujeres y niños que sobreviven día a día gracias a limosnas, a restos de comida que sacan de la basura o en el mejor de los casos a la generosidad de un comerciante o de un vecino. El número de compatriotas en situación de calle ha aumentado, nadie puede negarlo, aunque sin dudas lo han intentado e incluso, lo han querido justificar como una simple percepción, como una nueva modalidad de indigencia o como un derecho y la realidad es que el Estado se ha olvidado de ellos para concentrarse en aquellos problemas que le otorgan rédito político. Ésta mezquindad, cómo seguramente pensaría Wilson Ferreira, parece ser el precio de la calidad de vida. Y por ésta misma razón, dos compatriotas han muerto por la ola de frío polar mientras que otros han sido agredidos a lo largo del tiempo por su mera condición. El Gobierno parece haber olvidado que todo ciudadano no sólo merece sino que debe ser protegido, pues éste, es el mandato constitucional.
¿Te has puesto a pensar qué cualquiera puede acabar en la calle? ¿Te has puesto a pensar que si la consecución de hechos es la correcta tu próxima cama puede llegar a ser una dura y fría acera? ¿O que puedes llegar a dormir con un ojo abierto por miedo a que algún imbécil decida detenerse para golpearte? No, seguramente no, pues nadie o casi nadie lo piensa, al menos hasta que la posibilidad se encuentra demasiado cerca, cuando todas las opciones se han acabado. Y a pesar de lo evidente me pregunto, si esto te sucediese, ¿desearías que el Estado busque respuestas a tú problema o sólo presente excusas, olvidándote en los hechos? Yo, sé cuál elegiría.
Es cierto que la problemática de la indigencia suele vincularse en menor o mayor grado al consumo de pasta base, al alcoholismo, al acoso sexual en la vía pública, a agresiones e incluso al contagio de enfermedades de transmisión sexual entre muchos otros problemas que directa o indirectamente nos afectan, pero ésta es una razón más para reclamar por respuestas serias e integrales a la Ministra de Desarrollo Social, Marina Arismendi que mañana será convocada al Parlamento por el Diputado Pablo Abdala y al Intendente de Montevideo, Christian Di Candia, quien de igual forma debería ser convocado a dar explicaciones a la Junta Departamental. Este asunto no debe ser tomado a la ligera pues las responsabilidades administrativas van más allá de los antes mencionados e involucran a Economía, Salud Pública, Interior, Empleo, Vivienda, y más.
Hasta la próxima…
Tec. Facundo O. Ordeig