El nuevo paradigma que se plantea en el siglo XXI en materia de comunicación y gestión política surge de los enfoques e investigaciones de las neurociencias aplicadas a la política, neuropolítica las que definen innovadores y óptimos aspectos para la eficacia de la comunicación por medio de la toma de conciencia plena a partir de un desarrollo sistemático, continuo y armónico entre el pensar, sentir y experimentar en sus dimensiones racional, emocional-sensorial, intuitiva y experimental.
El primer paso de la neuropolítica en sí es entrenar el cerebro del político, líder, dirigente estudiantil o sindical para que pueda responder exitosamente con la velocidad que tiene que actuar, al tiempo que desarrolle todo su potencial cognitivo-emocional-conductual, con el fin de alcanzar el máximo rendimiento en su actividad.
Dentro de las competencias que entrega la neuropolítica y que debe formar parte del político del siglo XXI está mantener alta la energía vital, actuar con impecabilidad, desarrollar el conocimiento intuitivo, amplitud de miras, además de potenciar el pensamiento paradójico.
Como bien afirma la Doctora en Psicología, pionera en la aplicación de las neurociencias cognitivas a las organizaciones, Lucia Sutil San Martín a pesar de que una persona es, principalmente un ser material, también tiene una parte invisible, no material que es la mente y la conciencia, que es precisamente el foco donde debe comenzar a trabajar el político antes de enarbolar cualquier campaña.
Ante esto el físico y teórico de sistema austriaco Fritjof Capra, cuyas ideas pueden ayudarnos a entender lo qué está sucediendo hoy en nuestras sociedades en base a un marco conceptual que integra tres dimensiones de la vida que son la biológica, la cognitiva, y la social, insta a una nueva forma de pensar, en sí a rediseñar nuestras redes neuronales, forma de vivir e interpretar el mundo, situación que debe ser comandada desde el cerebro e impulsada por los políticos y su labor al frente de la sociedad actual dominada por empresas y estructuras con escaso interés en el bienestar de los seres humanos.
“Las teorías esenciales de la visión del mundo y el sistema de valores que están en la base de nuestra cultura y que hoy tenemos que reexaminar atentamente se formularon en los siglos XVI y XVII. Entre 1500 y 1700 se produjo un cambio radical en la mentalidad de las personas y en la idea que éstas tenían acerca de las cosas. La nueva mentalidad y la nueva percepción del mundo dieron a nuestra civilización occidental los rasgos que caracterizan la era moderna y se convirtieron en las bases del paradigma que ha dominado nuestra cultura durante los últimos trescientos años y que ahora está a punto de cambiar”, afirma el físico teórico de la universidad de Viena y en la actualidad director de un centro de investigación en Berkeley.
Bajo este contexto los nuevos líderes políticos tienen la necesidad de incorporar los adelantos neuropolítica que instan a una transformación del “ser”, la consciencia y los valores por medio del autoconocimiento y el desarrollo personal a fin de que estos sean protagonistas de cambio, pensadores libres y co- creadores de la realidad y de esta forma propicien el escenario para que los conocimientos e información sean un aporte real al desarrollo, la evolución humana y social.
Transformar el cuerpo, la mente y el espíritu como paso previo para la transformación de los individuos, la cultura y el mundo. De esta forma se insta a humanizar la labor del político y su entorno organizacional, darle alma, ser, espíritu, conexión, talento, habilidad, respeto, compromiso y por sobretodo valores de forma de impulsar una transformación del trabajo por medio de la consciencia de las personas, dado que esta es un atributo inherente al ser humano, además de propiciar el escenario para una nueva realidad.
Como bien decía el filósofo y jurista francés Montesquieu quien aportó grandes conocimientos al mundo de la política durante la Ilustración “si alguien me ofreciera algo en mi propio beneficio que fuera en detrimento de Francia, lo rechazaría, igual que si alguien me ofreciera algo en beneficio de Francia que fuera en detrimento del resto del mundo”, dejando clara la misión de un buen político y su relación con la humanidad.
La auténtica neuropolítica, y en primera instancia de su desarrollo, hace alusión a este reordenamiento cerebral del político por medio del entrenamiento de procesos cerebrales relacionados con la Atención Plena, concentración consciente, neuroplasticidad autodirigida y la aplicación de neuronas espejo los que involucran una reflexión crítica sobre uno mismo, empatía, humildad, cooperación y moderación, además de impulsar el aprendizaje y valores de responsabilidad ante la sociedad en su conjunto. Sin este primer paso no hay neuropolítica.
Por Andrés Fredericksen @fredericksen_a
DEA del programa de doctorado en Ciencias Políticas y Sociología por la U. Pontificia de Salamanca.
Máster en neurociencias cognitivas aplicadas a la empresa por la U. Rey Juan Carlos de Madrid.
Máster en estudios avanzados de comunicación política por la universidad Complutense de Madrid