Si, claramente no me cae bien Noam Chomsky, ese ‘intelectual’ que se cree el ombligo del mundo y que muchos consideran “un humanista”. Ahora llegó a Uruguay y se reunió con Mujica para rodar un documental.
Noam Chomsky es un agitador de mesa de bar, sobrevalorado inexplicablemente, que ataca toda la esencia de Estados Unidos, pero sigue viviendo allí, no se va a Cuba a ayudar con su “sapiencia”, o a Venezuela a disfrutar de la “democracia” de Maduro.
Son revolucionarios y de izquierdas, pero con límites. Parecería que Chomsky está muy feliz con el estilo de vida norteamericano y allí se queda aunque brindó una entrevista al portal Truth-out el donde aseguró que para él ‘el sueño americano’ ha muerto, es una ilusión, debido a que los estándares de vida en Estados Unidos están deteriorándose.
Keith Windschuttle en un artículo titulado, La hipocresía de Noam Chomsky señala que:
De todos los intelectuales norteamericanos que justificaron los ataques terroristas de Al Qaida contra Nueva York y Washington, el más insigne fue Noam Chomsky. Llegó a decir que el número de víctimas había sido una minucia comparada con la lista de muertos que ese “terrorismo mucho más violento” que es la política exterior de los Estados Unidos produce en el Tercer Mundo. A pesar de que, para la mayoría de la gente, semejante afirmación constituyó una afrenta, cayó muy bien entre sus adeptos. Chomsky nunca ha sido más popular entre la izquierda académica e intelectual, como lo es hoy día.
Sobre Israel y EEUU, Chomsky dice:
“Prácticamente todo lo que hace Israel, es decir, lo que hacen los Estados Unidos e Israel, es ilegal. Es más: son crímenes de guerra. Y muchos de ellos se pueden definir como “violaciones graves”, esto es, como “crímenes de guerra serios”. De aquí se deduce que habría que llevar a juicio la alianza entre estos dos países”.
No obstante- señala Keith Windschuttle- la posición moral de Chomsky es completamente tendenciosa. No importa lo terribles que fueran las atrocidades de regímenes que a él le merecían simpatía, como China, Vietnam o Camboya, bajo el comunismo; el profesor nunca ha exigido públicamente que se detuviera y se juzgara a los dirigentes de esos países, por crímenes de guerra. En lugar de eso, se ha dedicado a defenderlos durante muchos años, con todos los medios a su alcance, empleando pruebas que, seguramente no lo ignoraba, eran parciales, engañosas y, en algunos casos, inventadas.
Lo cierto es que, si Pol Pot hubiera sido apresado y juzgado por un tribunal occidental, la defensa podría haber utilizado los escritos de Chomsky como parte de sus argumentos. O, si le sucediera algo similar a Osama Bin Laden, las justificaciones morales del libro más reciente del profesor (como: “prácticamente cualquier delito, uno que pase en la calle, sea el que sea, tiene algo detrás que puede justificarlo”) podrían emplearse para pedir un atenuante de la condena, explica Keith Windschuttle.
Volviendo a este artículo que usted amigo lector está viendo, me resta decir que no me caen bien las personas que no entienden razones y niegan los errores de la izquierda aunque las evidencias sean contundentes en contra. Personas como Chomsky, siempre buscarán distorsionar la verdad en beneficio de su ideología.