Asturias: Ceremonia de 'Unión de los Océanos' y merecido homenaje a Agustín Santarúa

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Raúl Vallarino, autor de este artículo y Agustín Santarúa en 2001 en Asturias

Por Raúl Vallarino.-
Luanco en Asturias se convierte este viernes en la capital marítima internacional al celebrarse la ceremonia de Unión de los Océanos, creada por la Fundación Philippe Cousteau.
Este evento de connotación internacional, ya se ha realizado en años anteriores en Salinas (Museo de las Anclas), Cartagena de Indias (Colombia), Punta del Este (Uruguay), Gijón, Barcelona, La Paz (Baja California), Bahía Blanca (Argentina) y Puerto Progreso (México).
Para el evento se anuncia la presencia de las principales autoridades de la administración marítima española, como el director general de la Marina Mercante, Rafael Rodríguez Valero, y el secretario general de Pesca, Alberto López García-Asenjo.
Rafael Lobeto Lobo, secretario general y Patrono de la Fundación Philippe Cousteau, me pidió que escribiera sobre mi entrañable amistad con el gran homenajeado de este encuentro internacional: Agustín Menéndez Prendes.
Agustín, mi hermano asturiano
En la parte personal quiero destacar el merecido homenaje al ya fallecido Agustín Menéndez Prendes un genio, escritor y periodista, que firmaba sus artículos como ‘Agustín Santarúa’.
Entre otras grandes realizaciones, Agustín fue el impulsor del Museo de las Anclas de Salinas, dedicado al oceanógrafo Philippe Cousteau. También creó – como presidente de la Fundación Philippe Cousteau- este evento de la ‘Unión de los Océanos’.
Visionario y alma rebelde, fue el gran artífice de grandes y fantásticas ideas que fueron plasmadas desde su mundo de genialidades.
Como él señalaba en nuestros extensas conversaciones a través de los años, yo era su “hermano uruguayo” por lo que de esa manera Agustín se convertía en mi ‘hermano asturiano’.
Como anécdota de tantos años, recuerdo que Santarúa, acostumbraba llamarme por teléfono desde Asturias a Montevideo sin pensar en la diferencia de cinco horas entre España y Uruguay. Sus comunicaciones las hacía generalmente cerca de las 8 (hora de España) cuando en Montevideo eran las 3 de la madrugada.
“¿Hermano te he despertado?”, era su pregunta recurrente. Mi respuesta con humor le hacía reír: “No Agustín, estaba sentado al lado del teléfono, esperando tu llamada”.
Agustín me enseñó mucho sobre periodismo, cosas que no se aprenden en una universidad. Fue mi mentor y mi amigo. En definitiva; mi hermano del alma.
Cada día, me siguen haciendo falta sus consejos.