En el caso concreto de Pedro Sánchez del PSOE, parecería que su reiterado mensaje igualitario dirigido a sus “electores” o “electoras”, no le ha servido de mucho porque él ha sido el protagonista del mayor fracaso de los socialistas en las urnas en tiempos de democracia.
En las elecciones generales de diciembre de 2015, sólo consiguió 90 escaños en el Congreso y pocos meses después, en los comicios de junio de 2016, bajó estrepitosamente a 85 diputados. No consiguió que los “ciudadanos” y las “ciudadanas” que menciona en sus discursos, entendieran su discurso, presuntamente de inclusión.
Este miércoles 27 de julio, al valorar la situación del Parlamento de Cataluña, respecto a la desconexión con España, Pedro Sánchez comenzó su discurso con el ya gastado: “Buenos días a todos y a todas”.
Más adelante señaló: “En una democracia, el cumplimiento de la Ley no puede quedar a la elección de cada ciudadano o ciudadana o de cada responsable público”.
Pero Sánchez no es el único que insiste en ir contra las formas de expresión; el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, inicia sus mensajes en cadena de televisión a la nación diciendo: “Uruguayas y uruguayos”.
En Argentina la expresidente Cristina Fernández de Kirchner, en sus discursos era habitual que se dirigiera a ‘todos y todas’ y en España, la exministra de Igualdad, Bibiana Aído, se dirigió a los ‘miembros y miembras’, durante una conferencia.
Incluso en Venezuela un artículo de su Constitución discrimina entre “venezolanas y venezolanos”.
La subsecretaria de Educación de Chile, Valentina Quiroga, quien a propósito de un paro docente en aquel país declaró “como Gobierno lamentamos y rechazamos el paro indefinido de las y los docentes”
El abuso de las políticas de género en el uso del lenguaje
En un artículo de Daniela Arismendes publicado tiempo atrás en nuestro diario, se expresaba algo muy concreto sobre este tema al señalar lo siguiente:
“El cometido de las políticas de género es transformar los mecanismos lingüísticos para facilitar la visibilidad femenina en la sociedad, evitando el sexismo lingüístico. Ahora bien, el precio de ello es forzar cambios en la lengua para transformar sus estructuras gramaticales, sin que sea un uso generalizado por parte de los hispanohablantes. Para ello, las guías de lenguaje no sexista contienen recomendaciones que contravienen no solo normas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias, sino también de varias gramáticas normativas, así como de numerosas guías de estilo elaboradas en los últimos años por muy diversos medios de comunicación. Desde la lingüística se nos enseña cómo la lengua cambia, se adapta, se acomoda a situaciones nuevas siempre dentro de un orden natural, respetando el uso de los hablantes y moviendo lentamente sus engranajes. Por su propia naturaleza, las lenguas huyen de imposiciones, tanto académicas como políticas, y evolucionan casi siempre en función de las necesidades comunicativas de los hablantes. En el caso de la RAE su normativa se articula en base a dichas necesidades”.
Más adelante, dicho artículo expresaba:
“Como parte de un mundo donde todavía se lapidan mujeres por adulterio, y persiste en algunas regiones la ablación genital. Y sin llegar a tales extremos, la inequidad en las retribuciones salariales a igual labor por parte de hombres y mujeres, y donde aún la labor del ama de casa está exenta de retribución salarial por considerarla “natural” o en concordancia con lo femenino, por citar algunos ejemplos, es que con beneplácito sean vistas las políticas de género. Pero ello, no significa que el desear y trabajar por una sociedad más justa en oportunidades para todos sus integrantes, se impongan políticas arbitrarias desde una nueva gramática, cuando no surge de una necesidad comunicacional de los hablantes.
A veces en nombre de un bien común se pueden cometer atrocidades. Cabe preguntarse dónde están los límites entre norma y uso del lenguaje, entre gramática y pragmática. Estas políticas normativas separan el lenguaje oficial del real. Es por ello que la Real Academia Española (RAE), atiende estas cuestiones en un informe “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” elaborado por el académico Ignacio Bosque. El informe fue aprobado en forma unánime por los académicos, entre los que figuran Luis Goytisolo y Arturo Pérez-Reverte.
“El uso genérico del masculino para designar a los dos sexos está muy asentado en el sistema gramatical” español y no tiene sentido “forzar las estructuras lingüísticas” nos dice Bosque; así como advierte “no deja de resultar inquietante que desde dependencias oficiales se sugiera la conveniencia de extender -y es de suponer que de enseñar- un conjunto de variantes lingüísticas que anulan distinciones sintácticas y léxicas conocidas”. Dichas reformas serían solo de uso “oficial” ya que entiende el académico que fuera de los discursos públicos, alejados de micrófonos y cámaras, los hablantes se expresarían “como todo el mundo”.