Montevideo

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Y las alas se agitan y pío pío los pajaritos y las mariposas multicóloricas revolotean airadamente y el pasto verde y los grillos.
Más allá, la agonía; más aún, la muerte; y quizá más allá de la muerte, Dios; y quizá más allá de Dios, la vida.
Ahora… ¿todo esto se sucede en el tiempo o es tal vez un constante agonizar, un constante morir, un constante estar muerto y un constante estar vivo?
Para muchos, Montevideo es una ciudad triste. Más que triste yo diría nostálgica, melancólica: un viejo borracho en un boliche lúgubre del Barrio Sur.
Para otros Montevideo es un negocio, un Shopping Center en Pocitos lleno de luz y de gastos.
¡Y Montevideo puede ser tantas cosas!…
¡Y ser tantas cosas puede doler tanto…!
Acá y allá, poesía.
Acá y allá, mugre.
Acá y allá, aquello; acá y allá, lejos.
Domingo, Tristán Narvaja y una viejita tejiendo.
Rosas en los rosales, de otros jardines, de otros pueblos.
Mistificación en la calle, la anarquía y los bohemios; la lata del que renguea, del vagabundo y del ciego.
Y las alas se agitan y pío pío los pajaritos y las mariposas multicolóricas revolotean airadamente y el pasto verde y los grillos y el pío pío de los pajaritos.
Mirar tu sol, tu cielo; los edificios del Banco Hipotecario allá en el Prado, las canchitas de Punta Carretas, mirarte. Monte sexto dirección este oeste, mirarte.
Mirarte y describir libremente una mateada en el Estadio y enronquecerme gritando un hermoso gol que aún no ha sido. Caminando tus veredas descubrí amor y muerte,
Europa y filosofía, remordimientos y llantos, realidad y fantasía.
Y siempre era la última vez que te veía.
Siempre había vivido en ti, lo que no viví.
¡Querría eternamente revivir este momento en que nada se parece más a mi buen rock, que tu buen tango!
Pero también querría no revivirlo jamás.
Me pregunto Montevideo, por qué vos y yo nos parecemos tanto…
Y las alas se agitan y pío pío los pajaritos y las mariposas multicolóricas revolotean airadamente y el pasto verde y los grillos y el pío pío de los pajaritos.