Esta estancia está ubicada a 10 kms del puerto de Nueva Palmira y a 14 kms de la ciudad de Carmelo, pudiendo accederse a ella a través de la R.21 desde Colonia del Sacramento, ubicándose en el km 264 apenas pasado el viejo puente Camacho, levantado durante el año de 1858, sobre el arroyo de las Víboras.
Tras recorrer algunos kilómetros por un sinuoso camino de tierra, llegamos a la portera de la estancia donde un cartel nos indicaba horarios de atención, días, etc.
Mientras María Julia, cual versada maestra, iba relatando los diversos sucesos que desde aquella estancia, habían conformado desde hace más de trescientos años, parte de las idas y venidas de la vida social y política de este pequeño país enclavado entre los dos gigantes de América, mi mente comenzó a volar hacia aquellos años donde esclavos y señores, soldadesca y campesinos, donde obreros y políticos alternaban por los caminos o por las galerías del hoy tan visitado casco, manteniendo reuniones importantes, comercializando ganado, preparando cal en los grandes hornos, agasajando, peleando, castigando, viviendo, muriendo.
Un comentario hecho por la anfitriona me trajo de vuelta al S.XXI. – Estas lozas, explicaba, fueron levantadas por gente del Gobierno durante el año 1952; buscaban cofres enterrados y para ello dieron vuelta medio edificio.
-Todo esto, haciendo un ademán para mostrar la amplitud del espacio de aquel recinto, era de mayólica española y también se lo llevaron, para Montevideo creo; esto quedó en ruinas, a nadie le importaba nada, aseveró.
Abriendo la vieja puerta de la capilla, nos mostró el interior, pudiendo observar al fondo de la nave un altar muy decorado, cargado de antiguas ofrendas y velas nuevas.-Hasta acá, no pueden seguir más adelante porque los ingenieros temen que se desmorone el techo y mate a alguien. .Las velas nuevas son una promesa que hice para que mejore mi esposo que está en cama; casi me lo matan en el Evangélico. Terminó diciendo.
Nos llamó la atención la vieja imagen de la virgen sobre la parte central del altar y así se lo hicimos saber. – Es la Virgen Milagrosa Inmaculada Concepción; es la original, está allí desde el primer día, pero está gracias a la bravura de mi madre, Isabel Dávila, quien sacó a la gente del Gobierno a punta de pistola de acá adentro, ya se habían llevado todo lo de valor de la estancia y ahora querían a la virgen también, y mi madre los enfrentó, por eso está.
¿Su madre era funcionaria del Ministerio de Cultura al igual que usted? Cuéntenos un poco acerca de ella.
-Sí, trabajó cuidando los bienes del Estado como 24 años sin que nadie le pagara un sueldo, después la tomaron como funcionaria y la relevé yo.
-Recuerdo que no nos dejaba entrar ni a la cocina de la casa porque ella lustraba hasta los pisos; tenía todo inmaculado, y mire como está ahora. Sabe, a nadie le importa nada, solo quieren figurar, mostrarse y nada más; Tabaré Vázquez me lo prometió durante su primer gobierno, dijo que ordenaría arreglar el lugar, pero nada; seguro vuelve un día de estos y le preguntaré si en este nuevo gobierno, la promesa incumplida sigue en pie.(risas)
Me pregunto, si el lugar está catalogado como Monumento Histórico Nacional, si hay allí una anciana fungiendo como guía turística, casi olvidada de la mano del gobernante de turno, habitante solitaria en el lugar, acompañada de siete u ocho perros y un esposo postrado, sin un vehículo del Ministerio a su disposición, o gente más vinculada, más cercana a ella.
¿Qué esperamos como Nación para reverenciar nuestra historia y respetar de una buena vez a la gente mayor?
Seguimos la recorrida por los salones, por la cocina, por el añoso patio, por los portales; todo vacío, todo gris, todo alienado, todo ruinoso, carente de cartelería que indique al visitante qué cosa es esto o aquello. Nada indica que tanto el Ministerio que debiera bregar por los aspectos culturales del país, por la sublimación de sus valores más caros, así como el Ministerio de la sonrisa amable con el visitante, que el Ministerio del País Natural, que el Ministerio que con cada fin de temporada sale a los medios a decir cuántos nos visitaron y cuánto dinero quedó en las arcas del Estado, sean los responsables de ese entorno, responsables de la decrepitud, del casi olvido, de la desidia.
Obviamente como uruguayo primero y como casual visitante después, me quiero imaginar una estancia Narbona más o menos arreglada para que el turista no corra el riesgo de que se le caiga un ladrillo en la cabeza, una estancia Narbona con cartelería afín, con folletería adecuada e informativa, no solo de ese sitio y su historia, sino de lugares cercanos, también dignos de ser visitados; una estancia Narbona con sus túneles habilitados, no en toda su extensión, pero que permitan hacerse de una idea de cómo antiguamente la gente se planteaba su seguridad, (El casco posee tres túneles, uno que va hasta Nueva Palmira, otro hasta el Rio de la Plata cercano unos cuatro kms. y el restante hasta el arroyo de las Víboras a dos kms. los que fueron tapiados por vaya uno a saber que autoridad de Gobierno); una estancia Narbona que nos diga que allí hay o hubo una anciana señora manteniendo el palo de la carpa de nuestras riquezas históricas, mientras los modernos señores feudales juegan a hacer política y mostrarse en los ágapes, lustrosos y sonrientes, aguardando con ansias ser designados en algún viaje al extranjero para promover nuestras bondades turísticas y/o culturales.
Creo que es hora de cambiar el punto de mira, no todo es playa, cruceros y verano; éste dura apenas dos meses, cuando no menos, por lo que es importante apuntar al turismo de media temporada, de otoño o invierno, de darle a estos viejos edificios casi derrumbados la dignidad y la dimensión historia por la cual fueron declarados Monumentos Históricos al tiempo que empezar a considerar a esos abnegados empleados que aunque no se encadenen frente a la sede ministerial, hagan huelgas o salgan en la TV voceando sus reclamos, existen.
José Luis Rondán
Coordinador de redacción