Derechos en conflicto

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“Mi libertad se termina donde empieza la de los demás”, es una frase atribuida a Jean Paul Sartre y sobre ella se podría generar una gran discusión sobre el punto donde realmente se terminan o no los derechos de un individuo.
Los cables internacionales cuentan que una pareja de gays, viajaba en un automóvil contratado en Fin de Año al sistema Uber en Londres y que en cierto momento, comenzaron a besarse y abrazarse apasionadamente dentro del vehículo. El chofer, detuvo la marcha y les dijo que se bajaran y al preguntarle uno de los miembros de la pareja porque les echaba, el hombre habría respondido: “Llevo a gays, pero normalmente no se comportan así”.
La respuesta no conformó a la pareja y le reprocharon al propietario del vehículo su “homofobia repugnante”.
Los ofendidos dieron a conocer los hechos a través de una cuenta de Twitter: “Por supuesto todo el mundo tiene una opinión sobre estas cosas. El mío es que yo debería ser capaz de besar a mi pareja en público sin que sea un problema” y desde allí lanzaron una serie de ataques (insultos incluidos) contra el chofer del transporte.
Inmediatamente la empresa Uber de Londres suspendió al presunto ofensor y pidió disculpas a los involucrados.
Ante esto: ¿La tolerancia es para un sólo lado? ¿Para no ser catalogado como homófobo se debe aceptar lo que en el caso particular le desagradaba ver? ¿Dónde comienza el derecho de uno para que comience el del otro?
Que quede claro; nadie niega los derechos legítimos de los homosexuales a vivir su vida, pero otra cosa muy distinta es creer que todos deben aceptar obligatoriamente las actitudes de otros con lo que están en libertad de discrepar.
La homofobia no debe aceptarse y nadie debe ser juzgado por sus preferencias sexuales, pero eso es una cosa muy diferente a lo que ocurrió dentro de un medio privado de transporte, como en este caso.