Como bien recuerda AGADU, el derecho de autor es uno de los Derechos Humanos contenido en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículo 27, numeral 2, del 10 de diciembre de 1948.
¿Pero cuánta importancia se le da a esto? Muy poca. El gobierno ha desatendido en muchos aspectos a los trabajadores de esta y otras áreas de nuestra cultura.
En las dos administraciones frenteamplistas, la cultura ha pasado a un plano secundario, donde sólo dos o tres áreas han recibido algo de apoyo (las más populares) y las demás cero atención.
Conviene recordar cuando el doctor Tabaré Vázquez, en octubre de 2004, se reunía en el teatro “El Galpón” con los trabajadores de la cultura a quienes les prometía apoyos y reconocimientos.
Textualmente el entonces candidato aseguraba: “Y si en materia social y productiva el Uruguay actual está en situación de emergencia, en materia cultural está en peligro”.
Con grandilocuencia, Vázquez afirmaba: “en esta ocasión queremos anunciar nuestra disposición a convocar a una Asamblea Permanente de la Cultura, como ámbito consultivo, honorario y representativo de todos los sectores involucrados en la materia para diseñar juntos el mapa cultural de la sociedad uruguaya, detectar las carencias y las debilidades, reconocer las oportunidades, potenciar las fortalezas y articular una visión democrática, integral, dinámica, plural, totalizadora y a la vez atenta a las especificidades…. ” y agregaba como para que no quedaran dudas: “en fin; para sentar las bases de auténticas políticas de Estado mediante las cuales la cultura llegue a ser, verdaderamente, sinónimo de dignidad democrática, de convivencia, de crecimiento colectivo, de aprendizaje, de pluralidad y (muy importante) de encuentro intergeneracional”.
Pasaron los cinco años de su gobierno y nada; no hubo nada de lo prometido.
Conviene transcribir parte de un artículo del diario El País del 28 de febrero de 2010, al término del mandato de Vázquez: “(…) el 1° de marzo de 2005 el flamante presidente prometió la creación de varios organismos para la participación de la sociedad civil y de los agentes interesados que no llegaron a concretarse o no salieron del papel” y destaca como primera promesa incumplida, la creación de la Asamblea Permanente de la Cultura, entre otros compromisos que no llegaron a concretarse.
Hoy es necesario un cambio inmediato en las políticas culturales y atender, entre otros, el reclamo de los actores y actrices y discutir sobre la necesidad y posibilidad cierta de producir ficción nacional en televisión a la que tienen derecho; fortalecer los derechos de autor; escuchar las necesidades de los músicos, de los artistas plásticos, del teatro nacional en su conjunto, de los escritores, de los cineastas, de la danza y en definitiva de todos los trabajadores de la cultura en todas sus disciplinas.
Los cambios deben venir escuchando las necesidades, las ideas y las propuestas de los hacedores de nuestra cultura y para ello estamos dispuestos a trabajar juntos para fortalecerla.
Nuestras puertas están abiertas, porque primero que nada se deben escuchar los proyectos de quienes viven a diario los problemas y conocen mejor que nadie como solucionarlos: los artistas de nuestro país.
Jorge Larrañaga