Jorge Larrañaga: "Los uruguayos no tenemos por qué pagar la soberbia ni la sordera ideológica del Frente Amplio"

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Jorge Larrañaga, candidato a vicepresidente por el Partido Nacional
Jorge Larrañaga, candidato a vicepresidente por el Partido Nacional
La inseguridad ha sido en los últimos años y lo es, sin dudas, hoy, el tema que más preocupa a los uruguayos, sin importar la zona donde vivan, la edad, o el nivel socioeconómico al que pertenezcan.
A pesar de esta marcada preocupación, el gobierno viene demostrando una notoria incapacidad en resolver el problema.
Más grave aún, exhiben una falta de sensibilidad por el asunto. Tanto es así que en su programa de gobierno realizan una aseveración un tanto temeraria.
Textualmente: “El Frente Amplio priorizó la seguridad pública en la gestión de gobierno”. Es temeraria en tanto y cuanto parece conformarse con lo hecho. Para el FA, lo que ha hecho es lo mejor que puede hacer. Sin palabras. No hay ni autocrítica ni voluntad de cambio.
Los uruguayos no tenemos por qué pagar la soberbia ni la sordera ideológica del Frente.
Las estadísticas del Ministerio del Interior correspondientes al primer semestre del año muestran cifras preocupantes. En todo el país, durante el período enero-junio de 2014 se cometieron 10.287 rapiñas y 52.927 hurtos. En promedio esto significa 57 casos en los que se sustrajo un objeto mediante el uso de la violencia, 294 robos y 78 situaciones de violencia dentro del hogar por día.
Cuando se presentan estas cifras, además, se pretende mostrar un supuesto estancamiento en algunas o un crecimiento muy bajo en otras, diciendo que en algunos casos hubo apenas un aumento de un 10% en el número de rapiñas. Sin embargo, debemos recordar que la actividad delictiva no es simplemente una colección de números que se agregan o restan según pasa el tiempo. Las variaciones anuales o semestrales de un 10% en el número de rapiñas no implican mil rapiñas más. Implican 10.287 rapiñas que se cometieron en el primer semestre de 2014, y que se suman a las más de 9000 de igual período del año anterior.
No se salvó ni el embajador de Paraguay, violentado por estas horas en la Rambla de Montevideo.
El Dr. Tabaré Vázquez, quien no ha tenido el mínimo prurito en aseverar a un medio de prensa que (y cito textual) “No voy a cambiar la política de seguridad”… ¿Es éste el Uruguay que no se detiene?
La respuesta es no. Estos números están lejos de la idea de un país que no se detiene. Lo que no se detiene, Señores, es la inseguridad y asociada a ella, el estado de miedo y temor con el que vive la población. No solo se comete un número cada vez mayor de delitos, sino que se han incorporado nuevas modalidades delictivas con componentes extremos de violencia, como los llamados ajustes de cuentas, donde muchas veces se producen víctimas colaterales. Recordemos el reciente caso donde una pareja de individuos, presuntamente involucrados en actividades ilícitas fueron acribillados en su automóvil en la zona de Sayago, delante de los hijos menores de edad­.
Los daños generados por la inseguridad no se reducen solamente a cuestiones materiales. Muchas de las víctimas de delitos experimentan secuelas de tipo psicológico; temor a salir a la calle, sensación de miedo permanente. Ni qué decir de los comerciantes que deciden cerrar sus negocios y con ello perjudican a clientes, proveedores y trabajadores. Esas consecuencias de la inseguridad no son medidas por ningún observatorio y vaya si afectan nuestra forma de vida y la convivencia pacífica entre los ciudadanos.
Como con todo, a la larga nos acostumbramos y algunos terminan como Inodoro Pereira, aquel personaje de Fontanarrosa, quien cuando le preguntaban cómo estaba, respondía: “Mal, pero acostumbrado”.
Pareciera que parte del acostumbramiento a ese malestar en materia de seguridad ha contagiado al Dr. Tabaré Vázquez, quien recientemente confirmó que en caso de ganar mantendrá al frente del Ministerio del Interior al Ministro Eduardo Bonomi y al Subsecretario Jorge Vázquez. Parece casi una provocación a los uruguayos que reclaman un cambio de rumbo.
Sería muy injusto que el conformismo y el acostumbramiento de algunos pretendan ser impuestos a los ciudadanos de bien de este país.
Jorge Larrañaga