Buen fútbol sin estrellas

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Si algo nos ha enseñado el Mundial de Brasil 2014 es que el tener una estrella en el equipo puede jugar en contra. El caso más clamoroso lo encontramos en Uruguay, equipo comandado por el barcelonista Luis Suárez, que ha obtenido dos derrotas ante equipos teóricamente más sencillos como Costa Rica y Colombia cuando ha jugado sin su delantero, mientras que cuando el delantero charrúa ha podido jugar de inicio la Celeste ha cosechado dos victorias ante rivales tan temidos como Italia o Inglaterra. En Brasil encontramos un caso similar con Neymar. Los anfitriones claramente no pudieron sobrellevar la ausencia de su número diez, encajando una decena de goles en los últimos dos partidos.
Argentina se encomendó a un Messi que quería jugar a ser Maradona, y aunque un subcampeonato es un gran resultado para la albiceleste, Messi sólo apareció en los partidos de la fase de grupos, el Balón de Oro ha parecido un premio de consolación para la selección subcampeona. Por otro lado, equipos que han repartido la responsabilidad entre más jugadores han llegado más lejos, el ejemplo más claro es Alemania. El cuadro de Low ha basado su juego en el correcto engranaje de todas sus líneas, encontrando siempre alternativas de juego. Van Gaal ha demostrado muchísima habilidad a la hora de combinar un equipo con dos generaciones bien diferenciadas de futbolistas haciendo una selección muy competente, merecedora de estar en la final, pero los cruces no lo quisieron así. Hay que destacar la actuación de una Colombia que venía a Brasil a sufrir sin Falcao, pero cambiaron la añoranza de su estrella por trabajo colectivo, en el que pudo brillar un James Rodríguez que abandona Brasil convertido en estrella internacional.
En este mundial hemos podido ver la importancia de la psicología en el deporte al igual que en la vida. Inglaterra había perdido su partido contra Italia ya en los himnos y España firmó su fin de ciclo al comienzo de la segunda parte del partido frente a Holanda. Por el contrario, Costa Rica se encontró liderando el Grupo de la Muerte con tres campeones del mundo, en ese momento creyeron que podían ganar a cualquiera y de hecho lo hicieron, abandonaron la competición en la tanda de penaltis tras aguantar estoicamente a toda una Holanda en estado de gracia durante 120 minutos.
El tercer hecho diferenciador es la creciente igualdad en el nivel de las selecciones, en este mundial no es que haya habido una selección africana sorpresa que se haya colado en octavos, esta vez muchas selecciones contra pronóstico han alcanzado mínimo los octavos de final, Costa Rica, Argelia, Nigeria, Grecia o Suiza. De continuar con esta tendencia nos esperan años de campeonatos mundiales muy emocionantes y muy abiertos, justo lo que el capitalizado fútbol del siglo XXI viene necesitando.