La Región y Venezuela: una estrategia en dos intensidades

La situación de Venezuela, grave crisis política no resuelta, ofrece el riesgo de acostumbrarse a ella y convivir con el problema. Sin embargo, el virus, yo diría el tumor que afecta a ese país cercano debe atacarse frontalmente. El Gobierno “Bolivariano”, ha admitido la alarma de Unasur, precisamente de quienes durante años le toleraron y fogonearon incesantemente, y se adapta a un “acompañamiento” de testigos al dialogo del que participan los opositores. Pero cuando pasa el tiempo y no se revelan resultados, y cuando en ese tiempo las expresiones de intolerancia, autoritarismo, persecución política, censura de prensa, precariedad de las libertades siguen acrecentándose, es preciso sacudir la modorra y advertir los riesgos.
Es imposible que Venezuela se reencauce en la senda democrática, que indudablemente ha perdido, si el Gobierno sustentando sus actitudes en la presunta legitimidad electoral, opera comandando las instituciones con autoritarismo y exclusivismo, aún en aquellas que son fundamentales para una sociedad plural y un control independiente del ejercicio del poder.
Que se haya iniciado un “dialogo”, que resulta de la alarma que observó la región a la violencia que lleva decenas de muertos y miles de encarcelados, y obligó al gobierno a bajar varios cambios en su transito enajenado. Y que la Santa Sede se haya ofrecido como testigo de ese ejercicio de tolerancia, no aseguran su resultado. Solo es posible asegurarse que disminuye el talante autoritario que inunda Venezuela, si se verifican pasos en el sentido contrario a la intolerancia. Es preciso reconstruir las legitimidades de los órganos de contralor de elecciones, de cuentas, de justicia, de constitucionalidad, es imprescindible que todos los ciudadanos reconozcan que se les respeta sus derechos y se realiza una rendición de cuentas permanente del ejercicio del poder.
Unasur, con la precisión que exige una participación como la que ha resuelto para “acompañar” el ambiente de dialogo imprescindible, no puede quedarse esperando eternamente, debe ser activa diplomática y políticamente. Y en los tiempos en los que deben designarse en Venezuela integrantes de los organismos de contralor ejercitar todos sus esfuerzos para que esas decisiones se construyan con el ánimo con el que el Gobierno y la oposición han dicho que participan del diálogo.
Pero lo que no puede dejarse de lado, es una revisación permanente de los atropellos que persisten, la injusticia de la prisión indebida y las amenazas a la libertad de ciudadanos y líderes opositores.
Acompañar el dialogo, reclamar su prosecución, gestionar sus resultados, pero también seguir muy de cerca los impedimentos al ejercicio de las libertades.
Jaime Mario Trobo
Diputado Nacional
Presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales
Cámara de Representantes-Uruguay