La Iglesia de Piria

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El autor en la Iglesia de Piria
El autor en la Iglesia de Piria
Heliópolis, la ciudad del sol, concebida, diseñada y erigida a través de la imaginación, fortuna, fortaleza y empuje de don Francisco PIRIA, ubicada al Sur- Este de la República Oriental del Uruguay, y a cuyos pies se adormecen las barcas pescadoras, acunadas ora por las aguas del Río de la Plata, ora por el Océano Atlántico, esconde muchísimos secretos expresados a gritos, donde iniciados y profanos hacen por ubicarse en sitios de preferencia, a la hora de pretender desentrañar los misterios que rodean a esta hermosa urbe.
Mucho se ha escrito acerca de ella; ríos de tinta han corrido para decir de sus cerros misteriosos y cargados de energía, para decir de sus edificios, monumentos y veredas, pletóricos de símbolos, de historias y leyendas, de alquimia, masonería, trasmutación, y sueños realizados o por realizar.
Pero hoy no es sobre Piriápolis (Heliópolis), en su conjunto, sobre lo que vamos a reflexionar, sino sobre uno de sus insignes monumentos ubicado a las puertas de la desmemoria, del olvido, y porque no, hasta del desprecio, calificativo por demás fuerte que se me viene a la boca, o al ordenador, cuando al pensar en él, se me ocurre un gigante de rodillas, desprotegido y solo, el cual nació paria, huérfano, ya que su padre falleció antes de haber nacido, y por ello, nadie se erige en su protector y por ende, hasta el más despreciable de los individuos se atreve a enfrentar su grandeza, denostándolo, ignorándolo, y pretendiendo signarlo como insignificante. ¡Pobre de ellos!
Si vamos desde la ciudad de Piriápolis hacia la ciudad de Pan de Azúcar, tomando por la ruta 37, podremos apreciar, al mirar hacia la izquierda, un enorme edificio terracota, un gran templo de estilo Gótico, que como gigante herido de muerte, en el último intento por mantenerse en pie, se aferra fieramente a la vida, aunque los lobos humanos hagan presa de él, quitándole ladrillos, tirantería o chapas, volviéndolo endeble.
La Iglesia de Piria, como se le conoce, también llamada la Iglesia Maldita, fue diseñada en la escuela Eiffel de construcción, de la ciudad de Paris, allá por principios del siglo XX, teniendo la intención su mentor, de donarla a la curia, pero ésta, según se expresa, se negó a aceptarla en virtud de los símbolos alquímicos y masónicos que se dice, contenía el templo.
Este templo ubicado hacia el Este, de cara a la salida del sol, sigue los lineamientos de antiquísimos templos de variados credos, entre los que no son ajenos las viejas iglesias cristianas o los templos masónicos.
Al no ser aceptada y por ende, tampoco consagrada como templo, esta iglesia magnífica fue languideciendo poco a poco, transformándose en carpintería primero y más tarde, tal cual ocurre hoy día, en nefasto depósito de leña, donde un par de perros hacen guardia aburridamente ante una hueco, antigua puerta lateral, que como boca sin dientes, se abre hacia el Oeste. Desperdicios, heces, leños desperdigados, yuyos, miseria y olvido; eso es la antigua y hermosa Iglesia de Piria.
Llegamos hasta ella como quien se acerca a una fiera adormecida, con cierto temor y también con pesar; golpeamos las manos y nadie nos atendió, por lo que ingresamos al terreno por el costado del depósito de leños; le hice unas caricias a uno de los perros, quien, como si de una contraseña se tratara, permitió nuestra entrada. Caminamos en silencio, observamos todo en recogimiento, como si un inexistente cura estuviera dando misa; silencio sepulcral, solo interrumpido por el ruido gutural producido por algunos palomos, seduciendo a las hembras, el batir alocado de las bandadas que se pasaban de un tirante a otro, o hacían por alcanzar el cielo desde las grandes aberturas de los techos desguazados hace ya mucho tiempo, o la entonación del Ave María por parte de Pilar, parada en el centro de la edificación, quien azorada comprobaba la hermosa acústica de aquellas paredes en derruidas.
Fui hasta el muro donde se ubica el enorme rosetón de ocho pétalos, pensado para que en determinada época del año, la luz del sol marcara un punto en el altar, situado en el extremo opuesto del edificio; me senté en una vieja piedra rodeada de matas, recorrí con la mirada los enormes muros grises, la oscurecida mampostería, las solitarias chapas del techo, las que, como por arte de magia, aún quedan en su sitio. A un costado los perros encadenados, aburridos y solos, tanto como las autoridades responsables de esa realidad, y su catalepsia para resolver un tema que si bien reclama dinero y mucho esfuerzo, daría vida y contenido a un edificio que bien podría ser insignia del lugar, tal cual lo es el Castillo de Piria o el Hotel Argentino, el Pabellón de las Rosas o la Fuente de Venus, entre tantos otros.
A mi lado Pilar, mi esposa, tan apenada como yo, pensando en el Uruguay Natural, el Uruguay del turismo; en el Uruguay de todo el año y no el actual, de mes y medio o dos, (con suerte), observando atónitos la magnificencia de esas paredes, de las grandes chapas pendiendo, de los maderos voluntariosos, que aún persisten en sostenerse de nada.
Pensando además en la falta de ideas, de imaginación, de compromiso, de amor por las cosas nuestras, por las cosas de todos.
Nos fuimos apesadumbrados porque el tiempo transcurre y no sabemos cuándo, o en qué momento, ya sea por obra de la Naturaleza, o por la firma despreocupada de una autoridad, al pasar por la ruta 37, como quien va a Pan de Azúcar, podremos ver, si miramos a la izquierda, un enorme baldío, para regocijo de ratas, perros vagabundos o malvivientes sin techo.
En una siguiente nota abordaremos la situación de nuestro querido Palacio Legislativo.

1 Comentario

  1. Muy buen artículo, felicito a su autor. Personalmente recomiendo ir a Piriápolis, me gusta mucho. Por lo general voy de tres a cuatro veces en el año, por el fin de semana. Es un buen paseo para hacer en un fin de semana. Lo que tiene de bueno es que tiene encanto durante todo el año, es decir, muchos balnearios pueden verse limitados por la temporada de verano, no es el caso de Piriapólis. Recomiendo los paseos por la rambla y la subida a los cerros. Y si me preguntan dónde buscar algún alojamiento, les recomiendo http://www.piriapolisportal.com.uy Antes de volver, no se olviden de comprar algún souvenir…!!, je.

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