Uruguay: cuando los políticos se olvidan de la cultura

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Siempre olvidados, los artistas uruguayos en sus distintas disciplinas, son quienes a diario hacen la cultura del país; ayudan a formar y educar pero deben bregar a cada instante por sus derechos y lamentablemente rara vez son escuchados por los políticos, a pesar que el Artículo 33 de la Constitución de la República Oriental del Uruguay dice: “El trabajo intelectual, el derecho del autor, del inventor o del artista, serán reconocidos y protegidos por la ley”.
Hoy no están protegidos y no se habla de los derechos de los trabajadores de la cultura, que no son unos pocos, son miles a lo largo y ancho del país.
Pocos toman en cuenta las reivindicaciones de los artistas nacionales y no se habla de las necesidades que tienen los actores uruguayos, los artistas plásticos, los músicos o los escritores, los poetas, los guionistas de cine y TV, los dramaturgos, escenógrafos, vestuaristas, diseñadores, sonidistas, entre otros tantos trabajos relacionados con el mundo cultural. Un segmento tan importante de la sociedad es valorado en cualquier país, pero es olvidado en Uruguay.
Viene cualquier artista extranjero y muchos tratan de ir al espectáculo y algunos en su “cholulismo”, si lo ven caminando por Montevideo, intentan hacerse una “selfie” con el visitante foráneo para luego subirlo a las redes sociales y mostrar que se fotografiaron junto al ídolo. Y aunque parezca insólito, el gobierno de Mujica les exime del pago de impuestos, como en los casos de Elton John o el grupo Aerosmith. Ese es el sentido que tienen de la cultura, aunque en estos casos hubo unos tímidos pedidos de informes de algunos legisladores para saber porque fueron exonerados del pago de impuestos, aunque finalmente no sirvieron de mucho, porque los músicos ya habían partido de Uruguay.
Las penurias de los artistas uruguayos
El 4 de Octubre de 2004, el entonces candidato a la presidencia por el Frente Amplio, Tabaré Vázquez, se reunía en el teatro El Galpón con los trabajadores de la cultura en nuestro país.
Allí, Vázquez decía: “Y si en materia social y productiva el Uruguay actual está en situación de emergencia, en materia cultural está en peligro”.
Luego agregaba: “Porque los cambios culturales verdaderos sólo podrán lograrse si todos los procuramos, si todos nos involucramos y subrayaba: Aunque resulte redundante, permítanme decirles que así como trabajaremos para “democratizar la democracia” en sus aspectos políticos, económicos y sociales, también nos proponemos profundizar la democracia cultural.Es imposible el pleno ejercicio de la ciudadanía si la gente, como realizadora o destinataria, no tiene igualdad de oportunidades en el acceso a la cultura”.
Después aseguraba que trabajaría generando condiciones para el trabajo artístico, atendiendo los niveles de ocupación y retribución de los trabajadores de la cultura y atesorando e incrementando el patrimonio artístico y cultural de la nación y puntualizaba que todo “ello, seguramente, requerirá actualizaciones legislativas y coordinaciones institucionales tendientes a fortalecer el rol del Estado como articulador, actor y promotor”.
Vazquez también anunciaba la creación de una Asamblea Permanente de la Cultura, como ámbito consultivo, honorario y representativo de todos los sectores involucrados en la materia para diseñar juntos el mapa cultural de la sociedad uruguaya, detectar las carencias y las debilidades, reconocer las oportunidades, potenciar las fortalezas y articular una visión democrática, integral, dinámica, plural, totalizadora y a la vez atenta a las especificidades. Nada de esto se concretó a lo largo de sus cinco años de Gobierno.
Contrariamente a lo anunciado por Tabaré Vázquez el artista nacional sigue hoy desamparado, sin un respaldo que dignifique su trabajo. Y la tan mentada limitación de espacios en televisión de programas extranjeros y la obligación de cubrirlos con producciones nacionales de ficción, no existe.
La Sociedad Uruguaya de Actores (SUA) ha colgado en su portal un estudio de 2007, en pleno gobierno de Vázquez:
“Si bien no nunca hemos contado con un programa de incentivación de la ficción nacional ni ha sido este tema de preocupación de las autoridades, existe de todas maneras un marco institucional que, de haberse respetado, hubiera al menos atemperado la caída libre que sufrió la ficción televisiva en Uruguay.
En las pantallas de TV abierta el tiempo de emisión de ficción alcanza el 50% del total de la programación diaria concentrándose además en esos espacios la mayor comercialización de la pauta publicitaria. Estos espacios se cubren con productos extranjeros como consecuencia lógica de la conveniencia económica inmediata para las canales de televisión”.
La Sociedad Uruguaya de Actores también señala: “Por su parte el Estado, de acuerdo a la legislación vigente y en función de los medios a su alcance, no ha propendido a una racional protección a los artistas nacionales (Decretos 734/978 y 350/986, Art. 38) aceptando que de hecho no existan prácticamente artistas que puedan vivir de su profesión. A esta omisión pude sumarse la que se desprende de la aplicación y/ o seguimiento de varios acuerdos internacionales suscriptos y ratificados por Uruguay…”
Los actores agremiados también aseguran que en Uruguay se puede hacer ficción (telenovelas y comedias en televisión) y exponen en su web: “Más allá del incumplimiento del marco actual o del que debiera resultar de este proceso de discusión, afirmamos que Uruguay presenta ventajas comparativas que, al igual que en la publicidad y en el cine, hacen viable el desarrollo y afianzamiento de estrategias que ayuden a consolidar una industria audiovisual televisiva”.
Mañana la segunda parte: La destrucción de la cultura arquitectónica histórica